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Maternidad y Sexo Estudio Psicoanalitico y - Comunitarios.cl

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ojo y azul, una danza de fuego ante mis ojos, va a matarme<br />

con sus besos.<br />

Pero, no puedo. Él me dice: /Nos queremos o nos separamos,<br />

pero así, a medias, no puedo seguir, me vuelvo loco/.<br />

Hubiera querido explicarle, pero no se puede, no existe explicación.<br />

Podría decirle: /No sé por qué, pero no puedo, soy demasiado<br />

joven, no comprendo, no me atrae/. Es sin salida.<br />

Tengo una tempestad en mi cabeza. De golpe hay dos caminos<br />

y hay que elegir. Querido, no puedo elegir, porque un<br />

camino está cerrado para mí (sin darse cuenta, Laura habla<br />

en términos simbólicos de su virginidad) y el otro es triste y<br />

negro (el de la separación, de la soledad) ¿realmente, no<br />

existe otra solución?" Se me podría objetar que en el caso de<br />

Laura no se puede hablar de fobia a la desfloración. Es natural<br />

que una niña joven, inexperta, soltera, se resista a entregarse<br />

a su amante y a los peligros que la vida sexual significa<br />

en estas condiciones. Que aun conscientemente los reprima,<br />

que tenga escrúpulos morales. Todo eso es cierto.<br />

Sin embargo, creo que en Laura se trataba, a pesar de<br />

todos estos argumentos, de una situación fóbica. Lo veremos<br />

más adelante. Pero, para justificar el término de fobia, me referiré<br />

ahora a mujeres casadas que sufren del mismo cuadro.<br />

Admito que es un cuadro muy poco frecuente. Ocurre<br />

con cierta frecuencia que la desfloración no se realice durante<br />

las primeras semanas después de la boda. Por otra parte,<br />

existen matrimonios de conveniencia, que nunca se consuman.<br />

Pero yo me refiero a una situación distinta, en la que, a<br />

pesar de que los esposos deseen conscientemente iniciar la<br />

vida sexual en común, la mujer no puede entregarse por la<br />

angustia intensa que siente en el momento en que su esposo<br />

se acerca para intentar la penetración. Quiera o no, la mujer<br />

se ve obligada a cerrar las piernas y, con su llanto o hasta luchando<br />

con él, llevar a su esposo a desistir por esa vez. Al<br />

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otro día ella misma le pedirá que intente de nuevo. Esta situación<br />

puede prolongarse durante años. Se busca entonces,<br />

a veces, una solución drástica.<br />

La pareja recurre, de común acuerdo, por lo general, al<br />

ginecólogo, para que proceda a la eliminación del himen. Sin<br />

embargo, dado que la intervención médica no modifica los<br />

temores inconscientes, la mujer suele defenderse después<br />

con vaginismo contra la penetración temida. El vaginismo es<br />

una contracción de los músculos involuntarios de la vagina y<br />

la cierra, como afirma Simone de Beauvoir acertadamente (l.<br />

c.), con más seguridad frente al coito que el himen. Forzar a<br />

una mujer con vaginismo, igualmente como obligarla a la entrega,<br />

a pesar de su fobia a la desfloración, convierte el acto<br />

sexual en una violación. La mujer que sufre estos cuadros,<br />

logra, generalmente, con su temor, provocar la impotencia de<br />

su compañero que se siente frente a ella y a su ansiedad<br />

descabellada como un verdugo frente a su víctima.<br />

Por eso, para obtener un éxito psicoterapéutico en casos<br />

de ya larga duración, se impone el tratamiento simultáneo de<br />

ambos integrantes de la pareja.<br />

Obtuve un buen resultado terapéutico en un caso, porque<br />

puede convencer al marido de mi enferma a que se analizara<br />

simultáneamente con otro analista. De esta manera<br />

mientras que ella se volvía más femenina mediante el tratamiento,<br />

él se hacía más viril.<br />

Así pudieron llegar a una solución feliz.<br />

Mi analizada se llamaba Gabriela.<br />

Era una niña de diecinueve años, bonita, aunque de aspecto<br />

más bien viril. Era alta, huesuda, delgada, de rasgos<br />

muy pronunciados y con mucho vello. Cuando acudió al análisis<br />

ya llevaba dos años casada, sin haber permitido a su esposo<br />

la desfloración, por sentir una angustia insuperable<br />

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