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R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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Estampas campestres. Matanza del cochino<br />

se extinguían por el barranco de Madrelagua,<br />

a medida que se aproximaba la muerte. El<br />

que lo llevaba atado con el cabestro, le daba<br />

con el mismo un par de vueltas alrededor<br />

del hocico, para evitar que pudiera morder<br />

a alguien en los estertores de la muerte. Los<br />

demás hombres lo inmovilizaban, sujetándolo<br />

por las patas y las orejas. El matarife<br />

especializado le daba una recta puñalada en<br />

medio de las patas delanteras, procurando<br />

atravesarle el corazón. Al tiempo que otro<br />

recocía la sangre, que salía a borbotones por<br />

la herida abierta, en una palangana blanca de<br />

pisa, que enseguida se manchaba de un rojo<br />

viscoso y caliente.<br />

El cuchillo no se sacaba hasta que no hubiera salido la última gota de sangre,<br />

que era la materia básica para rellenar las tripas y elaborar las morcillas.<br />

Llegados a este punto del ceremonial, se procedía a repartir la primera ronda<br />

de ron, de Arucas naturalmente, del cual había una buena provisión. Todos<br />

recibían un trago usando un único vaso o copa, que se iba pasando de uno a<br />

otro al tiempo que se rellenaba. Solía ser la clásica copa pequeña, de forma<br />

cónica, con una rayita roja que marcaba la cantidad ideal de ron para beber de<br />

un solo trago, sin que el borde de la copa llegara a rozar los labios.<br />

El ron lo tomaban sólo los hombres, los que llevaban pantalón largo, cosa<br />

que ocurría a partir de los quince o dieciséis años. Los que llevaban pantalón<br />

corto eran considerados niños y sólo bebían agua de la fuente.<br />

El siguiente paso era el chamuscado o quema de las cerdas y pelos con<br />

bálagos de centeno, zarzas o retamas, que una vez encendidas se iban pasando<br />

por todo el cuerpo inerte del animal, al tiempo que se raspaba la piel con un<br />

cuchillo de hoja ancha y con piedras volcánicas, hasta que la piel quedara completamente<br />

lisa y con los cañones de las cerdas dibujados en ella.<br />

En este punto de la ceremonia se repartía la segunda copa de ron, esta vez<br />

con enyesque: el rabo y el borde de las orejas. Todos tomaban una copa con<br />

un trocito de carne asada.<br />

Gran Canaria<br />

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