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R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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218<br />

Gran Canaria<br />

Rescatando la memoria<br />

ambiente era desolador: por la parte exterior percibía el ruido estridente de<br />

la calle y por la parte exterior percibía el ruido selvático del “grupo especial”<br />

de mi clase, envuelta en una atmósfera densa.<br />

Unas palomas que habían construido sus nidos en las ventanas del colegio<br />

golpeaban con sus picos los cristales, como si intentaran decirme que ellas<br />

también estaban hastiadas de tanto cemento y de tanto asfalto y que suspiraban<br />

por un paisaje verde.<br />

Cómo añoraba entonces mi escuela del Monte. Sus campiñas, sus frutales,<br />

sus jardines... afloraban en mi mente como sueños dorados del pasado. Cómo<br />

añoraba mis clases ocasionales en plena naturaleza, en los tibios días de primavera,<br />

cuando estallaba la energía del invierno manifestada en las flores<br />

incipientes, en la caricia del sol o en aquella mariposa que me saludaba con<br />

sus giros. Y a mis pies, mi perro y mi gato compartiendo conmigo tal prodigio<br />

de la Creación. Todas estas añoranzas me dieron lugar a varios poemas<br />

desgarradores.<br />

También viví otra experiencia:<br />

Mi asistencia por primera y última vez a un Consejo Escolar. Manifesté en<br />

él, llevada por mi espíritu altruista y honradez profesional, mi desacuerdo con<br />

la conducta en clase, en los recreos y en las horas libres, de algunos chicos<br />

de la segunda etapa, con el deseo de que se hiciera un planteamiento para<br />

mejorar la disciplina. Mis palabras provocaron una reacción nefasta en dos<br />

madres que también formaban parte del Consejo Escolar. Se atrevieron a<br />

acusarme de haber pronunciado dos veces en mis clases la palabra Dios, lo<br />

que ponía de manifiesto que de algún modo fiscalizaban la labor del profesor.<br />

Se permitían la libertad de explicarme cuales eran los objetivos de la asignatura<br />

de Ética, como si yo desconociera lo más elemental de mi profesión.<br />

Esto produjo un clima de tensión. Era evidente que no existía el respeto a la<br />

persona por parte de algunos miembros de Consejo. Otras, por el contrario,<br />

se retraían, no participaban activamente. Y no se actuaba con sentido de la<br />

realidad, basada en hechos concretos. Todo esto me llevaba al planteamiento<br />

de varios interrogantes:<br />

- ¿Qué es actualmente un maestro?<br />

- ¿Dónde están su libertad de pensamiento y acción?<br />

- ¿Por qué se le desprestigia?

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