R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes
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La “Catedral” de Arucas o un susto recuperado<br />
esa entrañable clase de gente que llamamos amigos de toda la vida. O mejor<br />
sería decir amigas de toda la vida.<br />
Entre éstas figuraba, casi en primer lugar, Consuelo, antigua amistad de<br />
años porque dos tías de Melucha, que trabajaban de telefonistas, la habían<br />
conocido en la Telefónica. Consuelo era una persona de carácter muy singular.<br />
Tenía un gran sentido práctico y combinaba esta cualidad con la de ser una<br />
gran negociante.<br />
Iba con gran frecuencia a casa de abuela a jugar a la baraja. El juego se<br />
llamaba la Ronda, y la tradición mandaba que se ganara una perra gorda (diez<br />
céntimos de peseta de las de antes). Consuelo, que además de su sentido<br />
comercial solía tener siempre muchísima suerte, quería incrementar las ganancias<br />
alegando que debía subirse a dos perras la mano ganada. Las otras<br />
contrincantes en el juego protestaban porque les resultaba demasiado fuerte<br />
para sus bolsillos. “Con veinte céntimos podría comprarme hasta dos cajas de<br />
fósforos”, le recordaba una de las jugadoras.<br />
Por aquel entonces, la Compañía Telefónica proyectaba abrir una central<br />
en Arucas, para lo cual necesitaban una casa debidamente situada y no menos<br />
en debidas condiciones. Quienes respondieran a los requerimientos de la<br />
Telefónica, debían vivir en la casa, e incluso dormir allí. Consuelo, con el consabido<br />
sentido “práctico-comercial” que la caracterizaba, se hizo cargo de esos<br />
menesteres telefónicos. Ella era soltera y vivía en Las Palmas de Gran Canaria<br />
con Pepita, su hermana casada.<br />
También era Pepita otra de las personas que frecuentaban la casa de la<br />
abuela. Estas visitas no alegraban especialmente a Melucha, por una curiosa<br />
razón: Pepita siempre la llamaba Milucha, y eso irritaba enormemente a Melucha<br />
porque le sonaba a Mi-lucha (aunque entonces la niña ignoraba completamente<br />
que un tal Adolfo Hitler había escrito un libro famoso con el mismo<br />
nombre, que en alemán era Mein Kampf). Eso de lucha le sonaba a guerra, y<br />
ella no entendía nada de temas bélicos, a pesar de que con sus primos jugaba<br />
a “buenos y malos”, cosa completamente distinta, claro. “Buenos y malos”, así<br />
de un modo general, sin poder precisar qué clase de maldad o de bondad<br />
tendrían unos y otros. Solían jugar en el Parque de San Telmo, las tardes que<br />
el abuelo los llevaba allí. Jugaban con otros niños hasta las siete de la tarde,<br />
hora de regresar a casa, porque en aquellos tiempos los niños cenaban y se<br />
Gran Canaria<br />
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