R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

El
encanto de las viejas tiendas
Entre la serie de escenas que mi memoria guarda, está la de una chiquilla
de entre seis o siete añitos, subiendo la calle con una cesta de palma en la
mano y las perras bien envueltas en el nudo de un pañuelo, en la otra.
Por si olvidaba algo, mi madre me hizo garabatear una lista con los dos o
tres productos que me había encargado llevar, colocándola en el fondo de
la cesta. Se asomó a la ventana para verme cruzar la calle y allí la encontré
esperándome cuando regresé, cumplido el recado y con un montón de coscorrones
conque el dueño del comercio me había obsequiado.
El establecimiento en cuestión, supermercado último modelo años cincuenta,
mostrador recubierto de latón y destartalados estantes; estaba subiendo
la calle frente a la Glorieta de Joaquín Blanco (el parque Chino, para
los peques de la época); pero muy bien podía haber sido cualquiera de los
tres ultramarinos cercanos al lugar donde vivíamos.
Si ustedes son de mi quinta, año arriba o abajo, se acordaran como la que
les cuenta, de dirigirse al comerciante con la siguiente cantinela: “dice mi ma-
Gran Canaria
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