08.05.2013 Views

R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

SHOW MORE
SHOW LESS

Create successful ePaper yourself

Turn your PDF publications into a flip-book with our unique Google optimized e-Paper software.

Saber mandar<br />

pocos días me fui adaptando al trabajo y a los compañeros y de esta forma<br />

logré ser uno más. El contratista, hombre hecho en trabajos muy duros, en<br />

lugar de estar en la orilla mirando, estaba con nosotros como uno más. Con<br />

su forma de ser y de tratarnos era más que un patrón, era un amigo que nos<br />

explicaba las cosas que teníamos que hacer, no sólo con palabras sino con las<br />

herramientas de trabajo, que manejaba mejor que nadie. Era duro como una<br />

roca a pesar de que nos doblaba la edad. Tenía un concepto justo del trabajo<br />

y sabía mandar a los demás; con su buen carácter nos enseñaba, nos respetaba<br />

y de esa manera nos sacaba un gran rendimiento. Era de esa clase de hombre<br />

que le sacaba a uno el cuero y uno no lo sentía porque estaba trabajando a<br />

gusto.<br />

Era muy serio en lo que trataba. Todos los fines de semana nos pagaba lo<br />

que había convenido. Alguna vez nos daba alguna propina y nos decía que era<br />

por el rendimiento que habíamos dado. En alguna ocasión comentaba que<br />

lo que nos pagaba era por nuestro esfuerzo y rendimiento en el trabajo y si<br />

nosotros bajábamos ese rendimiento él tendría que bajar los sueldos. Él tenía<br />

unos precios por los trabajos que hacía y lo que no podía era perder dinero y<br />

ponerlo de su propio bolsillo. Nosotros no sabíamos si ganaba mucho o poco,<br />

pero sí teníamos claro que para ganar doscientas pesetas, cuando el sueldo<br />

normal era ciento veinticinco pesetas, teníamos que sudarlo y sacarlo de nuestro<br />

pellejo. No era trabajar un día y echarse al día siguiente, era trabajar día<br />

tras día, era una batalla diaria en la que no se podía aflojar, porque sabíamos<br />

que de ello dependía el buen sueldo que nos pagaban. El contratista era la<br />

clase de patrón que avisaba si alguien se equivocaba y nos corregía. Nos daba<br />

aliciente para que uno comprendiera las cosas. Él no era la clase de patrón que<br />

yo había conocido años atrás, que si cometías el más mínimo error, el “aviso”<br />

era echarte a la calle sin dar más explicaciones. Siempre recordaré que por<br />

unas fiestas, cuando empezamos a trabajar después de haber estado de copas<br />

y sin dormir, no podíamos con el cuerpo ni con las herramientas de trabajo;<br />

cuando él se dio cuenta del estado en que estábamos trabajando, nos dijo que<br />

teníamos el día ganado y que nos fuéramos a nuestras casas. Esto fue a las<br />

once de la mañana, cuando la suelta normal era entre las tres y las cinco de la<br />

tarde. Nosotros nos fuimos tranquilos, sin decir nada, porque los que llevaban<br />

con él bastante tiempo y lo conocían mejor que yo, sabían que era un toque<br />

Gran Canaria<br />

193

Hooray! Your file is uploaded and ready to be published.

Saved successfully!

Ooh no, something went wrong!