R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes
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Como un sello en tu corazón<br />
Sólo unos días después, y por eso recuerdo las dos anécdotas ligadas, el<br />
Hermano Algi trajo a clase un álbum de su colección de sellos. Creíamos que<br />
nos habíamos librado de las cinco preguntas del catecismo de aquella tarde,<br />
pero no, el álbum quedó para después del catecismo. Nos dejó verlo de dos<br />
en dos, y nos hablaba de diferentes páginas cada vez que el álbum saltaba<br />
al siguiente pupitre. Creo que todos sentimos que el Hermano Algi quería<br />
que le conociéramos mejor. Traer el álbum de fotos de su familia habría sido<br />
demasiado, y lo más cercano a su historia personal, a su trayectoria de vida<br />
por varios colegios en la geografía de España, era justamente sus sellos.<br />
Era también nuestra primera oportunidad para ver una colección tan<br />
completa. Es fácil imaginar que había cientos de sellos de Franco, de cinco,<br />
diez, treinta céntimos, de cuatro pesetas. Pero también de Pablo Iglesias, de<br />
Emilio Castelar, y de la Junta de Defensa Nacional. Históricos sellos ya, que se<br />
preciaban más con los años y con el giro de la historia. Los sellos españoles<br />
estaban clasificados por temas, y nos contaba que su familia, sus amigos, sus<br />
antiguos alumnos, y los padres de sus alumnos habían enriquecido enormemente<br />
su colección. Recuerdo sellos de Santiago Ramón y Cajal, y de Blasco<br />
Ibáñez. Y los recuerdo porque los presentaba con enorme pasión, uno a<br />
uno, como ventanas al mundo exterior. Y por supuesto nos preguntaba qué<br />
éramos capaces de decir de Juan de la Cierva, o de Quevedo, de Diego<br />
Velázquez o del Monasterio de Nuestra Señora de Guadalupe, en distintas<br />
secciones del álbum. Fue muy divertido. Sobretodo porque estábamos todos<br />
esperando el momento de ganar y negociar unos cuantos vales. Esta vez<br />
esperábamos en balde.<br />
El Hermano Algi tenía otros planes. No cabía duda de que era una estrategia<br />
para conseguir algo, aunque aún no sabíamos qué. Además de habernos<br />
llevado del brazo por la historia, la literatura, el arte y la monumentalidad de<br />
España en menos de una hora, y con un arte increíble para hacernos sentir<br />
“como jugando”, tenía que haber otra intención en aquella clase de catecismo<br />
tan particular, tan diferente. Sentí que casi estábamos en ello cuando nos<br />
mostró los sellos “Pro Tuberculosos” de los años cuarenta. Y creí que más aún<br />
cuando hizo referencia a los sellos del Centenario de la Fiesta del Sagrado<br />
Corazón de Jesús —justo por aquellos años. Por fin, nos confesó que había<br />
dejado para el final sus comentarios a la página donde estaban los sellos del<br />
Gran Canaria<br />
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