R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

El
homenaje
Se tomó algún tiempo para ver qué podía hacer, pero no se le ocurría nada.
Hasta que, ¡al fin!, ya en puertas de la desesperación, lo asaltó una idea esperanzadora.
Se acordó de que tenía en su poder un pequeño tesoro: un vídeo grabado
por él, que databa de la época en que había practicado una de las tantas aficiones
que le sobrevenían con ímpetu irreprimible, aunque luego languidecieran y
terminaran sin dejar rastro. De esa época conservaba una regular colección de
cintas, algunas de ellas de un gran valor. Pero ninguna albergaba la fuerza sentimental
de la dedicada al homenaje. En el pueblo nadie tenía por entonces un
artefacto como el suyo para inmortalizar momentos trascendentes.
José del Pino era tenido entre sus paisanos por un verdadero adelantado:
había sido todo un pionero en adquirir una máquina fotográfica propia de un
profesional; había sido, también, el primer radioaficionado de toda la jurisdicción,
el primero en comprar un televisor y el primero en poseer una cámara para
grabar vídeos.
De los acontecimientos del pueblo que había capturado José del Pino con
sus diversos artilugios, ninguno como el del homenaje. Se trataba de un vídeo,
Gran Canaria
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