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R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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170<br />

La Gomera<br />

Rescatando la memoria<br />

Vienen a mi mente con una gran fuerza,<br />

recuerdos de la casa solariega donde yo nací,<br />

en un entorno propicio para que cada acontecimiento,<br />

por muy trivial que fuera, quedara<br />

grabado en las mentes infantiles de forma indeleble.<br />

Era esta fiesta un acontecimiento memorable,<br />

con una primera parte desagradable, pues<br />

nos despertábamos muy temprano con los chillidos<br />

de los cochinos que iban a matar ese día.<br />

Pero luego era agradable levantarte tempranito<br />

y ver ese ambiente de fiesta en el que los hombres<br />

del pequeño caserío se reunían al lado de<br />

una cocina vieja, con las paredes de bloques sin<br />

vestir, donde mi abuela tempranito tostaba el café. ¡Huuummm, ese aroma!<br />

Oíamos los comentarios de los hombres sobre las características de los<br />

cochinos que había criado cada vecino.<br />

Era costumbre que cada familia criara durante un año un cochino, para<br />

poder comer carne durante el siguiente año. Y en este día de la muerte del<br />

cochino, todos los vecinos tenían una excusa para reunirse y hacer todas las<br />

tareas en común.<br />

Ahora me doy cuenta de que todo aquello constituía lo que hoy podría<br />

considerarse un “tratado de sociología rural” y que este hecho hoy sería objeto<br />

de estudio.<br />

Como ya digo, todo se hacía en común en el vecindario y ese día el lema<br />

parecía ser el de los mosqueteros: todos para uno y uno para todos.<br />

Era un día completamente distinto a los demás; nadie se ocupaba de las<br />

tareas cotidianas, no había hora para comer, ni para ocuparse de los chiquillos,<br />

¡ni siquiera te castigaban ese día por nada! Todo era ajetreo y bullicio.<br />

Las chimeneas de las casas o de las cocinas empezaban a humear desde<br />

el amanecer y el olor a café recién hecho perfumaba el aire fresco de la<br />

mañana. Los hombres encendían sus cachimbas y tomaban café con un pie<br />

sobre los muros, mientras intercambiaban opiniones e iban llegando los más<br />

rezagados.

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