R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

Mis bailes, mis canciones, mis amores...,mi vida
logró acercarse a la mesa en la que nos encontrábamos. Esa misma noche
compartimos algunas piezas en la pista de baile: “Clavelito, clavelito, clavelito de
mi corazón. . .”, e incluso “La Macarena” y lo pasamos francamente bien, sobre
todo él, que según me aseveró, llevaba años sin salir a bailar.
Después de aquella noche se hizo un habitual del Hogar. Llegó a agradecerme
que alguna vez le hubiera insistido para que se dejase caer por allí y
reconocía haberse quitado veinte años de encima.
Una noche, allá por el mes de marzo de 1994, en que Anita no había ido
al baile, se ofreció para llevarme a casa. Por el camino me abrió su corazón,
llenando el mío de alegría. Me dijo que pese a su edad se sentía enamorado
de mí como “un polluelo” y que sabía a ciencia cierta que el resto de vida que
le quedara quería vivirla junto a mí, como decía el bolero. Yo no creía recordar
que nadie nunca antes me hubiera dicho algo tan bonito. Ninguno de los dos
pudimos reprimir las lágrimas sumergidos en un profundo abrazo y en el beso
más cálido que mi corazón jamás había recibido.
Han pasado casi quince años y aquí estamos Marcialito y yo, juntos. Nos
amamos tiernamente y cumpliremos la promesa, que un día nos hicimos, de
haber permanecido unidos el resto de nuestras vidas.
Quizás, si Dios quiere, aún nos espere…,algún que otro baile más.
Autora:
Carmen Gordillo Marichal
Fuerteventura
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