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R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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Cachitos de mi vida<br />

tretenimiento. Recuerdo que los chiquillos se hacían con tiras de plataneras<br />

unos balones estupendos y jugaban al fútbol creyéndose auténticos futbolistas.<br />

También me acuerdo de mis muñecas de trapo y cartón. Un día que estaba<br />

enferma, en cama, el aburrimiento hizo que cogiera una sábana que mi tía tenía<br />

guardaba como oro en paño, y me puse a hacer muñecas y vestiditos para ellas.<br />

Cuando las niñas venían a verme se las vendía. Mi tía lo descubrió, pero no se<br />

enfadó demasiado porque le podía la pena de verme enferma. Y las cajas de<br />

madera en las que venía la conserva eran las camas para mis muñecas, claro<br />

que había que tener suerte para encontrarlas, porque la conserva era un artículo<br />

de lujo y se compraba de Pascuas a Ramos. Y el deseo de verla vacía era<br />

tan grande como el que hoy se siente por la llegada de los Reyes Magos. Que<br />

sólo se comía los domingos, y excepcionalmente alguna vez entre semana,<br />

pero sólo los hombres de la casa.<br />

¡Ay, mi niño! ¡Cuántas cosas me vienen a la mente, y se agolpan queriendo<br />

escapar todas a un tiempo! Pero, vamos, sigamos jugando cariño.<br />

Le pregunto si lo está pasando bien y al momento me doy cuenta que no<br />

era necesaria su respuesta, él encuentra mágico el juego que acaba de descubrir,<br />

o tal vez la forma de encontrarlo.<br />

Después de haber disfrutado los dos un buen rato, recogemos las botellas<br />

y la pelota y lo dejamos todo de nuevo en el armario para otro día. Ya está<br />

anocheciendo.<br />

Me da la manita para subir y siento que me agarra el corazón con esa ternura<br />

y ese amor que me inunda. Preparamos la toalla, el pijama y las zapatillas<br />

para bañarle. Mientras le enjabono me dice que le encanta la casa de abuela<br />

porque hay de todo, y yo sonrío, me hacen mucha gracia sus razonamientos.<br />

Ahora se le ocurre preguntarme quién me bañaba a mí cuando era chica.<br />

¡Claro!, es que yo le he contado que no conocí a mi madre, que desde los<br />

cuatro años me quedé huérfana, y él que trastea mucho y se queda con todo<br />

¡mira lo que se le ocurre!<br />

-Mi amor, eso no lo recuerdo bien, pero sí te puedo decir que no nos bañábamos<br />

todos los días y el baño con cabeza incluida era sólo los sábados o<br />

domingos. Y, a propósito del agua, ¿sabes cielo? el agua...<br />

Cuando yo era niña el agua no salía de un grifo. El agua había que ir a<br />

buscarla a la acequia, al pilar o a la fuente. Cualquiera de estos sitios quedaba<br />

Gran Canaria<br />

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