R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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Gran Canaria
Rescatando la memoria
y de flores salpicados
el cielo me cobijaba,
el sol me daba calor
y los brazos de mi madre
el amparo y la protección.
En este relato, centrado en las medianías de Gáldar, daré rienda suelta a mis
vivencias de niña, alrededor de los años 1944-1945, hablaré de las tradiciones y
me referiré al campo, al ganado…
Iba a la escuela, hacía mandados a mi mamá y algunas veces ayudaba a cuidar
el ganado de ovejas poniéndome en las orillas de los sembrados para que no se
comieran la avena, el centeno o la cebada.
Recordando y rebobinando, he trompicado con una costumbre muy arraigada
en aquella época y que hoy sólo queda en algunas memorias privilegiadas.
Los cortijos de las medianías se extienden desde Buena Vista al Pico Viento
y hasta los Pinos de Gáldar, siendo zona de “buen piso” que alimenta el ganado
para hacer un buen queso.
Cada cortijo mantenía un ganado de ochenta o cien cabezas.
El traslado de las ovejas desde sus puntos habituales hasta la costa (nunca llegué
a comprender por qué si Tejeda está en el centro de la isla, ellos decían que
iban para la costa) se convertía en todo un ritual, que se realizaba con muchos
meses de antelación.
LAS HUERTAS
Los preparativos comenzaban desde el mes de marzo o abril.
Los dueños de los rebaños viajaban hasta Tejeda para comprobar si había
buenos pastos y “comprar” las huertas en las que el ganado había de pastar
durante todo el verano.
Cada ganadero presumía y se esforzaba por conseguir para sus ovejas las mejores
huertas. Estas se podían arrendar de un año para otro, si había conformidad
por las partes, y en algunos casos se pagaban por anticipado.
Vuelven a mi memoria las conversaciones entre mi abuelo y mi padre, que
era el pastor.
-“La huerta de los Rajones tiene el agua muy lejos para abrevar las ovejas…,