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R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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Saber mandar<br />

Estas eran las herramientas que más nos ayudaban, pues la única máquina<br />

era un pequeño camión de volteo que nos traía la cal viva, acarreaba la grava,<br />

revueltos de barranco y nos traía desde la cercana cantera las cabezas de<br />

piedras para el muro.<br />

Para subir los materiales a la obra se utilizaba una rampa hecha de palos,<br />

con pedazos de tablas clavadas para unirlos y para que no patinara al subir.<br />

La distancia entre las tablas era de unos cuarenta centímetros de largo. Por la<br />

rampa, de unos ochenta centímetros de ancho, se subía y se bajaba casi a la<br />

misma vez. A esta rampa no se le ponían pasamanos laterales para protección<br />

de caídas, para cambiarla cuando hacía falta en otro sitio lo hacían cuatro peones.<br />

Se calzaba en la parte baja haciendo una pequeña zanja para empotrarla<br />

para que, con el paso continuo de la gente, no se deslizara hacia abajo. Se empezaba<br />

a utilizar cuando el muro tenía un metro aproximadamente de altura<br />

e iba subiendo hasta los seis metros de altura al llegar al final. Cuando la altura<br />

iba aumentando, se calzaba por la parte baja con bidones y algunos puntales.<br />

La mezcla era transportada en baldes de latón, que se subían totalmente llenos<br />

y cuyo peso no bajaba de los cincuenta kilos.<br />

El trabajo más duro era subir las piedras, principalmente las cabezas que<br />

iban por la cara exterior. Para subirlas eran levantadas del suelo por tres o<br />

cuatro obreros y una vez a la altura de un metro se ponía debajo quien la iba<br />

a llevar sobre los hombros, cuello, cabeza y parte de la espalada. Esta persona<br />

se agachaba y cuando tenía la carga bien situada avisaba a los demás para que<br />

le ayudasen a subirla. Al mismo tiempo, tenía que mantener el equilibrio con<br />

la carga al subir por la rampa de madera, para llevarla al sitio donde el oficial<br />

la iba a colocar. Al llegar el oficial decía donde la tenía que tirar, haciendo un<br />

esfuerzo para evitar que le cayera en los pies y que no hiciera saltar alguna de<br />

las piedras pequeñas que podrían estar en el tajo.<br />

Este era el trabajo más duro y peligroso, pues se cargaba un peso que muchas<br />

veces rondaban los ochenta o noventa kilos, por lo que un movimiento<br />

en falso era muy peligroso y podía tener muy malas consecuencias. Pisar mal<br />

con un pie hacía que el peso que se llevaba encima se concentrase en un<br />

mismo sitio del cuerpo provocando graves sacudidas. Alguna vez, cuando se<br />

daba este caso, lo mejor era lanzar la piedra que se llevaba encima hacia el<br />

lado menos peligroso, dando un grito para avisar al resto de los trabajadores.<br />

Gran Canaria<br />

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