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R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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¿Quién se olvidó de Carmita Brito?<br />

libre, y luego pasaban a recogerlo a la hora del cierre, que variaba de las diez<br />

a la una de la mañana.<br />

Buen ejemplo de ello tenemos en Lolita, una señora que no aguantaba las<br />

colas, dejaba la lista y pasaba a recoger el encargo a las once de la noche.<br />

Si tenemos en cuenta que al mediodía se cerraba sólo una hora, se vería<br />

que el negocio permanecía abierto más de catorce horas diarias; sólo los domingos<br />

cerraban a las dos de la tarde. El resto de la jornada se aprovechaba<br />

para colocar y limpiar la mercancía, para hacer la lista a los proveedores y<br />

atender a los animales que criaban en la azotea de la casa.<br />

Como el trabajo requería no sólo tener un carácter servicial, paciente y diligente,<br />

el aspecto que se presentaba de cara al público también se cuidaba. Era<br />

habitual, en los días de diario, llevar un delantal de cuadritos negros y blancos<br />

que podía colgarse del cuello y atarse a la cintura, o sólo proteger la falda. Lo<br />

que ambos delantales tenían en común eran los bolsillos, imprescindibles para<br />

llevar las llaves, el dinero o una nota. Para estar detrás del mostrador también<br />

era muy práctico: para llevar el lápiz diminuto y los trozos de papel donde se<br />

apuntaban las notas.<br />

Cuando Fela y Lidia aún eran muy jóvenes, la idea de usar delantal no les<br />

hacía demasiada gracia, así que Carmita les confeccionó unos petos que, introduciendo<br />

la cabeza por el agujero del centro y atándolo a los costados, hacían<br />

la misma función y vestían más que los comunes delantales.<br />

La amabilidad en la tienda llegaba hasta el punto de prestar un servicio de<br />

reparto a domicilio. De ello se encargaban Pepe Juan y Clemente. Y en el caso<br />

de la clientela que venía de Moya, San Francisco Javier, Tenoya o Tamaraceite,<br />

cuando hacían una compra grande, Carmita ponía un taxi a su disposición.<br />

También se adelantó el comercio en poner el primer teléfono público de<br />

aquella zona. Se hizo una especie de cabina en el hueco de los gruesos muros,<br />

y allí se instaló en el zaguán de la casa.<br />

Los lunes y jueves había que bajar a Las Palmas de Gran Canaria para reponer<br />

la mercancía; el lunes, a las cinco y media de la mañana, en el primer coche<br />

de hora que salía, bajaba Carmita acompañada de algún empleado, como Pepe<br />

Juan, Manolín o Clemente, que iban con ella más bien por seguridad, porque<br />

siempre pagaba en efectivo; eso de los pagarés, los cheques y los créditos bancarios<br />

no estaban hechos para Carmita.<br />

Gran Canaria<br />

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