R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes
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116<br />
Gran Canaria<br />
Rescatando la memoria<br />
EL <strong>LA</strong>VADO DEL MONDONGO<br />
Por la tarde, las mujeres se encaminaban<br />
al barranco, por la zona de Lomito Salto,<br />
portando en una cesta el mondongo del<br />
cochino, tal como había salido del vientre<br />
del animal. Lo llevaban para lavarlo con agua,<br />
que manaba de las rocas al final de la Vueltecilla,<br />
que caía en chorreras hacia el barranco<br />
y la acequia Romero.<br />
Frotaban las tripas con rodajas de naranjas<br />
y limones, así como con hierbas<br />
aromáticas, hasta que quedaban completamente<br />
limpias y se desprendía el mal olor.<br />
Así quedaban listas para rellenarlas en esa<br />
misma noche.<br />
Mientras lavaban las tripas se iba arremolinando en el cielo, sobre el lugar,<br />
una bandada de aguilillas, procedentes del risco de Los Salapones, que surcaban<br />
el aire volando en círculo, dando estridentes graznidos, atraídas por el olor<br />
a carnaza. Estas aguilillas solían anidar en los agujeros de los riscos y rondaban<br />
por los barrios de Valleseco en busca de comida.<br />
En cuanto las mujeres abandonaban el barranco, se lanzaban en picado a<br />
comer los restos que se habían desprendido de las tripas, antes que desaparecieran<br />
barranco abajo.<br />
Hoy todas estas aguilillas han desaparecido, no queda ni una de muestra.<br />
EL LLENADO DE <strong>LA</strong>S MORCIL<strong>LA</strong>S<br />
Por la noche, bajo una luz de carburo y varios quinqués de petróleo, se<br />
procedía al llenado de las morcillas, para lo cual se preparaba en un lebrillo<br />
grande de madera, todo el relleno compuesto generalmente de batatas, castañas,<br />
almendras, pasas y arroz, aderezado con los condimentos y especias correspondientes.<br />
Todos estos ingredientes bien tratados y triturados, mezclados<br />
con la sangre del cochino, formaban una pasta que se iba introduciendo en las<br />
tripas por medio de un fonil grande. Las tripas iban adquiriendo así un color<br />
rojo oscuro. Luego se ataban, se sancochaban en una cacerola cuartelera y,