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118<br />

Gran Canaria<br />

Rescatando la memoria<br />

tirla, sazonarla y salarla. La mayor parte se cortaba en trozos de un kilo aproximadamente,<br />

se sazonaba y se colocaba en barricas de madera o cemento. Esta<br />

tarea la llevaban a cabo las mujeres expertas en el tratamiento y conservación<br />

de la carne en sal, quines no tenían nada que envidiar a la Dulcinea de don<br />

Quijote, Aldoza Lorenzo, quien según Cervantes “tuvo la mejor mano de toda<br />

la Mancha para salar puercos”.<br />

Primero se expandía una capa de sal marina gruesa que cubriera el fondo<br />

de la barrica, luego se colocaba una capa de carne bien rellena de sal en todas<br />

las sajaduras, luego otra de sal y así sucesivamente hasta completar la barrica<br />

que, lógicamente, quedaba cubierta de sal en toda su parte superior.<br />

Todos los días se sacaba de allí un trozo de carne para preparar los potajes<br />

de colinos, berro o jaramagos. Estos potajes se comían todos los días hasta el<br />

”cuarenta” de mayo. Como dice el refrán: “hasta el cuarenta de mayo no te<br />

quites el sayo”. Excepto el día de Navidad, que se comía carne de vaca o baifo<br />

(cabrito).<br />

La sal procedía de la costa de Arucas. La llevaban a Valleseco unos hombres<br />

que portaban sendos sacos de sal al hombro y que iban caminando, desde la<br />

costa de Bañaderos hasta Madrelagua. Visitaban todas las casas, cambiando sal<br />

por papas. Una vez completado el trueque regresaban a Bañaderos portando<br />

las papas de igual manera.<br />

E<strong>LA</strong>BORACIÓN DE MANTECA Y CHICHARRONES<br />

Otra parte de la carne, la más grasienta, se freía para que al derretirse sacara<br />

la manteca. La que no llegaba a derretirse del todo se sacaba de la sartén<br />

y, al enfriarse, se convertía en chicharrones.<br />

Con la manteca se elaboraban dulces y mantecados. También se empleaba<br />

para freír papas y otras comidas, como sustitutivo del aceite.<br />

Los chicharrones o torreznos se comían embadurnados con gofio.<br />

Por la noche, toda la casa quedaba impregnada del olor a grasa, carne,<br />

morcillas y humo.<br />

LOS REPARTOS<br />

Por último quedaba otra porción de carne que se repartía entre los vecinos<br />

y familiares más allegados. Se hacían unos lotes con un trozo de carne de hila,

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