R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes
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Gran Canaria<br />
Rescatando la memoria<br />
Luego se improvisaba un “quirófano” con tablas, o con una puerta vieja, sobre<br />
el que se colocaba lo que antes era un marrano, o sea, una bola informe de<br />
carne peluda y maloliente, ya empezaba a ser un apetitoso manjar. Lo primero<br />
era cortarle la cabeza, luego lo rasgaban en canal, con un corte no muy profundo,<br />
para extraer el mondongo sin perforarlo. Esto se recogía en un librillo<br />
o cesta de mimbre debidamente forrada para, después de lavarlo, proceder a<br />
rellenarlo y hacer las morcillas.<br />
La vejiga se la daban a los niños, que la inflaban como una sopladera.<br />
El “pijayo” se colgaba, fuera del alcance de los gatos, ya que se utilizaba para<br />
engrasar los zapatos herrados.<br />
Seguidamente se sacaban las asaduras, se quitaba la piel y se le echaban un<br />
par de baldes de agua limpia, para eliminar todas las impurezas. Por último, se<br />
descuartizaba y se colgaban los cuartos, al igual que la cabeza, en los bajos de<br />
la casa, a salvo de las moscas, para que se oreara. Así, aquella masa de carne<br />
sacada a empellones del chiquero, quedaba lista para ser consumida.<br />
Aquí se repartía la tercera ronda de ron y se daba por terminada la tarea<br />
de la mañana.<br />
<strong>LA</strong> COMIDA<br />
Mientras Los hombres realizaban todas estas faenas, las mujeres estaban<br />
atareadas en la cocina, preparando la comida, que no era cosa baladí, pues<br />
en casa de mis abuelos paternos, los “Machetes”: José Lorenzo y Teresita, nos<br />
reuníamos no menos de cuarenta personas para un evento como este.<br />
La comida de este día solía ser potaje de verduras y colinos, con gofio amasado,<br />
acompañado de queso curado. En primer lugar comían los niños, luego<br />
los hombres y finalmente las mujeres. Los niños, en cuanto soltaban la cuchara,<br />
salían corriendo a la era, o a algún descampado, a jugar a la tángara, el trompo,<br />
boliches o a la piola. Los hombres acostumbraban sentarse a conversar bajo<br />
los árboles.<br />
La casa de mis abuelos paternos, los “Machetes”, a la que me estoy refiriendo,<br />
está situada a la orilla del camino real de Madrelagua. Según se entra por<br />
el gran patio empedrado tenemos el cuarto chico, el cuarto grande (con sus<br />
dos plantes), el colgadizo, o corredor, delante de la casa principal, con sus dos<br />
habitaciones comunicadas por una puerta interior. Luego la cuadra de la mula