R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

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Gran Canaria
Rescatando la memoria
costumbre ir y sentarnos dentro, al soco de la guagua, en lo que el cobrador y el
chófer hacían sus cuentas. Ahora lo pienso y no sé cuál era el propósito de pasar
aquel rato dentro de la guagua. Recuerdo un día que subí con mi amiga Sisita, la
madre de tu amiga Juani. Cuando entramos nos dimos cuenta de que el chófer era
nuevo. No lo habíamos visto antes. Él me miró en el mismo instante en que yo me
disponía a ocupar mi sitio delante, al lado de la ventana, y me dijo: “¡Qué muchacha
más guapa!”. Y Sisita saltó ligerita: “Ya usted ve, y es muda la pobre…” Fue la media
hora más larga de mi vida. Estuve callada y deseando salir de aquel silencio amargo.
¡Con lo que a mí me gustaba hablar! Fue una gran representación, pero cuando salí
de la guagua no tenía sino ganas de gritar. ¡Pensé que me había quedado muda
de verdad!
Pero Sofía no se quedó muda. Aquí está la evidencia. Y esta es la historia de
su juventud. Sencilla pero, al fin y a la postre, su gran historia. La suya. En aquella
guagua no perdió la voz. Aquella guagua era su refugio. Tal vez su inconciente la
arrastraba hasta el vehículo como presagio de una salida de aquel pueblo que
la iba a llevar muy lejos. Muy lejos, pero con una maleta cargada de recuerdos y
vida. Maleta que siempre ha sabido desempolvar para recordarnos a todos que
la alegría y la memoria son sus compañeros de viaje más hermosos.
Contado por:
Sofía Díaz Díaz
Escrito por:
María del Pilar Ramos Díaz