R LA MEMORIA 8 2008.indd - Adipymes

Las ovejas “pa” la costa
ta la mitad del camino y luego regresarían. Se “atocaba” el ganado porque no
querían que les cogiera la noche antes de llegar a la cumbre. La primera “descansada”
alrededor de las diez de la noche, para comer algo de lo que llevaban
en el morral, se hacía en la Olla de la Vieja. A partir de ahí no se paraban hasta
llegar a la huerta.
Cuando mi padre marchaba le acompañaba uno de mis tíos, con una yegua
cargada de queso bien curado y media fanega de gofio, tanto para el pastor
como para su perro, que comía más que el dueño (es un decir).
La comida del pastor allá dentro se limitaba, mayormente, al puño de gofio
amasado en el zurrón y como “conduto” un buen tajón de queso de cuajo natural
y de flor.
También se acostumbraba que los ganados pequeños, de treinta a cuarenta
cabezas, o menos, se unieran a los más numerosos con el trato de ir a guardarlas
un tiempo convenido y eso era bueno, pues había más personas para hacer los
relevos.
Cuando se marchaba el ganado yo sentía que los campos quedaban silenciosos
y tristes, sin el tintineo de las cencerras, ni el silbido del pastor, ni la melodía
de la flauta.
Asómense chiquillos que vienen bajando la “laereta”.
El regreso del ganado desde Tejeda.
Ya regresa el ganado de la costa,
donde han pasado el verano,
vienen pasando la cumbre
porque salieron temprano,
ya llegaron a los pinos,
vienen bajando la cuesta y
a los lejos se oye el tic-tac de las cencerras.
Ya se sienten muy cerquita
están en la “majá” la carreta
y ya pasan por Lucena.
En el llano del Puntón
ya se oyen los balidos,
el silbido del pastor,
el repicar de las esquilas y de todas las cencerras.
Gran Canaria
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