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PERSPECTIVAS - International Bureau of Education - Unesco

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nacionales, impartidas en 1925, se hacía un llamamiento a la unidad dirigido a los pr<strong>of</strong>esores<br />

y los alumnos, y se advertía del peligro de un conflicto religioso:<br />

Un país dividido nunca será fuerte, especialmente cuando los niños no pueden olvidar sus rivalidades y luchas<br />

por el poder en el país. Las diferencias entre grupos religiosos han causado mucho derramamiento de sangre en<br />

el pasado. Reiterar este tipo de conflicto sería fatal y desastroso para el desarrollo de la nación (Haut<br />

Commissariat de la République Française, 1923-1931, pág. 535).<br />

Este tipo de declaraciones <strong>of</strong>iciales sobre el currículo suponía implícitamente: a) que la<br />

educación podía (y debía) contribuir a crear o consolidar la cohesión nacional entre alumnos<br />

procedentes de diversas comunidades religiosas; y b) que el futuro de la nación libanesa<br />

moderna dependía en gran medida de la eficacia de la educación para inculcar un sentido de la<br />

identidad nacional y la ciudadanía. La controversia en torno de la identidad libanesa era pues<br />

el meollo de tales preocupaciones.<br />

Durante el mandato francés, surgió una nueva perspectiva relativa a la identidad<br />

nacional en la que se presentaba a la sociedad libanesa como perteneciente a la “cultura<br />

mediterránea”. Los partidarios de esta opinión, principalmente cristianos, destacaban el hecho<br />

de que el Líbano, puente histórico entre el Oriente y el Occidente, siempre había sido influido<br />

por ambas culturas. Su argumento era el siguiente:<br />

En los tiempos de los fenicios, los grecorromanos o los cruzados, el Líbano estuvo siempre en relación directa<br />

con otras regiones del mundo mediterráneo y recibió la influencia de las culturas procedentes de ese mundo. Al<br />

mismo tiempo, puesto que estaba arraigado en un suelo oriental y poblado por razas de origen semita, no podía<br />

menos que estar influido también por las culturas orientales. De este modo, la expresión “cultura mediterránea”<br />

refleja al parecer la actual cultura árabe del Oriente y las demás culturas semíticas que la precedieron, así como<br />

la cultura occidental moderna actual, en particular la francesa católica, y sus antecedentes culturales<br />

grecorromanos. [...] El Líbano no debería alejarse demasiado hacia el Oriente, hasta el punto de perder su<br />

identidad en la mayoría arabo-musulmana y su ideología. Por el contrario, debería procurar mantener un estrecho<br />

contacto con el Occidente, en particular con el Occidente cristiano católico, a fin de que la cultura en el Líbano<br />

sea equilibrada (Matthews y Akrawi, 1949, págs. 505-506).<br />

Los opositores a esta concepción de la identidad libanesa, principalmente los musulmanes,<br />

querían que se mantuviera su carácter árabe y sostenían que “la llamada ‘cultura<br />

mediterránea’” no era más que un púdico velo con el que se intentaba preservar la influencia y<br />

la educación francesas católicas en el Líbano” (Matthews y Akrawi, 1949, pág. 506). Este<br />

debate sobre la naturaleza de la identidad nacional fue realmente muy polémico durante los<br />

últimos años del mandato francés.<br />

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