compendio

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quando todo estaba desesperado. Uno de es­
tos tuvo habilidad para engañar también á
los miserables que en número de seis mil su­
bieron á un sitio elevado del templo, desde
donde se esforzaban por percibir con la vis­
ta el socorro que les habia prometido, y es­
tuvieron allí por cinco dias, hasta que el ham­
bre los obligó á baxar.
Por mas resistencia que hicieron los sitia­
dos , los redoblados asaltos, en los que se em­
plearon las máquinas y el fuego con igual
efecto, pusieron á los Romanos dentro de la
ciudad, ó por mejor decir, entre los mon­
tones de ruinas cubiertas de espectros exte­
nuados con el hambre, que daban sus manos
á las cadenas, y ofrecian el cuello á la es­
pada del vencedor. Bastante se representa por
sí misma la desolación de una ciudad entre­
gada á las llamas. En vano pretendió Tito
librar el templo del furor de sus soldados:
se cumplieron las profecías, y no quedó pie­
dra sobre piedra : solamente salvó los vasos
sagrados y los instrumentos de los sacrificios,
que sirvieron de ornamento á su triunfo. De
los infelices habitadores unos pagaron su obs­
tinación con el suplicio horrible de la cruz:
otros fueron enviados á la esclavitud, lleva-