compendio

DE LA HISTORIA UNIVERSAL. l8§
que vino á ser lo mismo. Por demás hubie­
ra sido persuadir al pueblo que esta espe­
cie de desafio estaba ya concertado para dar
mas fuerza á la fe en los agüeros, y que sin
duda el guijarro y la navaja que llevaba el
Rey baxo su manto estaban ya preparados. No
hubiera sido en Roma muy seguro proponer
estas sospechas, pues allí pasó el milagro por
auténtico , bien que Cicerón se burla.
Se iba envejeciendo Tarquino; y aunque
muy glorioso no vivía sin inquietud por la
parte de sus antiguos pupilos los hijos de
Anco Marcio. Le veian estos Príncipes en un
trono que debieran ellos ocupar ; no obstante,
para colocarse en él hubieran tal vez espera­
do al fin de su vida, cuyo término podian mi­
rar como cercano por su vejez, si no hubie­
sen advertido que tomaba sus medidas pa­
ra que fuese el cetro de su familia. Le ha­
bían quedado dos nietos de un hijo que habia
perdido, demasiado jóvenes para destinarlos;
pero tenia un yerno llamado Servio Tulio,
de cuyo mérito se podia temer todo , y ha­
bia nacido casi en el palacio de Tarquino.
Decían que era hijo de uno de los dioses La­
res de aquel palacio, y este seria el mismo
Tarquino; á lo menos siempre le mostró la