compendio

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dado no tenia herida alguna. Este huye con
la esperanza de que los tres Curiacios le se­
guirían con mas ó menos ligereza á propor­
ción de las fuerzas de cada uno. Quando los
ve separados á distancia suficiente para no po­
derse socorrer, vuelve contra ellos, y los fue
matando uno después de otro. Sulecio reco­
noció en el mismo campo de batalla y á nom­
bre de su nación á Tulo por su Soberano.
Mientras los Romanos manifestaban con el
mayor exceso su alegría , una hermana de
Horacio, prometida á un Curiacio , advirtió
que entre los demás trofeos que llevaba su her­
mano habia una cota de armas que ella ha­
bia bordado á su amante. Al verla se dio un
golpe en el pecho: vierte un torrente de lá­
grimas , y da en rostro amargamente á su her­
mano con su infeliz victoria. Este, irritado, la
hirió con su espada, y la mató. N0 pudo la
victoria de Horacio librarle del rigor de la
ley : le prendieron pues, y le presentaron al
tribunal: el delito era notorio y confesado:
pronuncia el juez esta sentencia : Te declara­
mos culpado: ve, lictor, átale las manos. Es­
ta sentencia era de muerte. Por consejo del
Rey apela Horacio al pueblo: este le hace
gracia, mas no de todo castigo. Paso pues ba-