compendio

DE LA HISTORIA UNIVERSAL. 233
fo, y tal vez se hubiera alegrado mas de
triunfar de la dureza de corazón de los Se­
nadores. En vano les suplicó que cediesen:
siempre vencían los usureros favorecidos por
Apio; y aun daban al anciano en rostro con
que los abandonaba por hacer su corte á los
plebeyos. El Dictador irritado no pudo me­
nos de decirles: „"Puede ser que dentro de
pocos dias tuvierais por felicidad lograr un
intercesor como yo para con el pueblo.'' De-
xa la sala del Senado, convoca una junta del
pueblo, y asiste á ella con todas las señales
de su dignidad. Empieza por darles gracias
de la prontitud con que sus conciudadanos
tomaron las armas á ruegos suyos. Se queja
después de la poca sinceridad del Senado así
consigo como con ellos. Abdica su dignidad,
y dice : „ Juzgadme , que yo me entrego á
vuestro resentimiento, si tenéis sospechas de
haberos hecho traición." El pueblo, que le
habia escuchado con el mayor respeto, le lle­
vó á su casa con tantas aclamaciones como
si hubiera procurado la extinción de las
deudas.
Tenían los Romanos un religioso respe­
to á sus estandartes (2511), y juraban por
aquellas sagradas insignias quando se alistaban