compendio

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blo. Desabrochó Coriolano sus vestidos, y mos­
tró las cicatrices de sus heridas diciendo: Es­
tas son las que yo he recibido: vean los Tri­
bunos cómo se puede esto componer con el
odioso crimen que me imputan. Convenían
los principales plebeyos en que un ciudada­
no tan distinguido por su nacimiento y su
mérito no debiera haber comparecido en jui­
cio por tan frivolas presunciones; y conclu­
yeron que debia ser absuelto aun con elo­
gio. Ya veian los Tribunos que se les liber­
taba el objeto de su odio. Uno de ellos,
contra la palabra dada de reducir la acusa­
ción á solo el crimen de tiranía, intentó otra
acción sobre que habia repartido á los sol­
dados el botin cogido contra los Anciates,
quando debiera haberle depositado en el te­
soro público. Coriolano , que no esperaba es­
te nuevo agravio , respondió que para esto
le habían autorizado las circunstancias, aun­
que no estaba expresamente en las leyes: que
él nada habia tomado para sí: que todos los
despojos del enemigo los habia puesto en ma­
nos de los mismos que le estaban oyendo.
Estaban presentes muchos que, por no haber­
se hallado en la expedición contra los Ancia­
tes, no habían tenido parte en sus liberalida-