compendio

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endones enemigas y abordaban. Provistos de
estos preparativos buscaron á los Cartagine­
ses, y muy presto se encontraron las dos ar­
madas. Algo asustó á los Africanos ver aque­
llas máquinas levantadas sobre la proa; pero
se redobló su susto quando vieron que ba-
xaban y de repente enganchaban sus baxe-
les , y los hacian pelear como si estuvieran
en tierra. Eran muy superiores los Romanos
en este genero de combate , y hacian sus
marineros con tal perfección la maniobra, que
siempre presentaban sus galeras aquellas má­
quinas terribles, y no podian librarse de ellas
los enemigos con toda su habilidad y la li­
gereza de sus baxeles. Ganaron los Roma­
nos una victoria completa : llegó la noticia
á Cartago por su mismo Almirante : creyó
este que le convenia valerse de alguna tra­
za para que le perdonasen la derrota que
habia padecido. Envió pues un amigo , que
hizo que se juntase el Senado, y le dixo:
„Anibal pregunta si ha de presentar la ba­
talla al Cónsul que tiene á sus ordenes una
numerosa esquadra ; pero compuesta de na­
vios mal construidos , guarnecidos de unas
máquinas que él jamas ha visto, ni sabe que
uso tienen." La respuesta unánime fue: ,,Pe-