compendio

DE LA HISTORIA UNIVERSAL. I07
no se sabe si por compasión ó por burla, di-
xo; ¿ Qué es lo que veo ? ¡ Qué! ¿ el General
de los Romanos á pie, y nosotros á caballo ?
Denle uno quanto antes. Craso, sin aturdirse,
respondió: No hay de que admirarse, por­
que venimos á conferenciar cada uno al uso
de su pais. Dixo Sureña: Sin duda se cele­
brará un tratado entre Orodes y los Romanos;
mas es preciso partir, é ir á firmarle en las
riberas del Eufrates. Al mismo tiempo unos
criados arrojaron sobre un caballo al Cónsul,
en vez de ayudarle á montar, y dieron un
latigazo al caballo. Los Romanos que habian
acompañado á Craso quieren oponerse á esta
violeacia: uno se apodera de la brida, pero
un Parto pretende quitársela : brillan las ci­
mitarras , y cae Craso traspasado en la pelea.
No se sabe si el que le mató fue un Parto,
6 algún Romano con el fin de que no lle­
vasen en triunfo un Cónsul. El resto del exér-
cito se rindió á discreción, y era uno de los
mejores que habia levantado la república. Esta
fue la primera vez que las águilas romanas
quedaron cautivas con diez mil prisioneros.
Ya que Sureña no pudo triunfar de la
persona de Craso , llevó en triunfo á un Ro­
mano llamado Paciario, que se le parecía en