compendio

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habia salvado. En la sentencia se mandó tam­
bién arrasar la casa que le habia construido el
público en la fortaleza , y que jamas se edifi­
case allí otra alguna.
Los hombres extraordinarios se sucedían
unos á otros: se abiio en Roma en la plaza
pública una sirria que no podian cegar. Con­
sultaron al oráculo, y este declaio que aiii se
debía echar la principal fuerza de los Kcma-
nos. Un caballero llamado Curcio, persuadido
á que la principal fuerza de los Romanos era
el valor y las armas , se revistió de las suyas,
montó á caballo , y se precipito en aquel abis­
mo, el qual se cerró; pero, á decir la ver­
dad, con ayuda de muchos escombros.
Otro exemplar de sacrificio se vio sien­
do Cónsul Manlio Torquato, buen hijo, y pa­
dre cruel. Parece que la misma naturaleza le
habia favorecido poco exteriormente ; y esta
aparente privación dio lugar á que acusasen á
su padre de que le habia relegado al campo,
en donde le hacia trabajar con sus esclavos por
tener poco talento y ser tartamudo. Esta acu­
sación íavorecia muy poco al padre , cuyo
imperioso carácter desagradaba nota lilemente
al pueblo. El hijo , instruido de esta acu­
sación, parte muy temprano del campo: lie-