compendio

DE LA HISTORIA UNIVERSAL. 221
esta ocasión para ofrecer á los Romanos le­
vantar el sitio si querian recibir á sus anti­
guos señores. „Antes moriremos de hambre,
gritaron todos, que sufrir la esclavitud y la
opresión."
Quando habia llegado al extremo la
miseria, salió de Roma un joven llamado
Mucio, vestido á la toscana, y armado con
un puñal : entró en el campo de Pórsena:
estaba este Príncipe distribuyendo por sí mis­
mo á sus soldados el prest, acompañado de
un secretario , y vestido como él con corta
diferencia. Se arrojó Mucio al secretario, y
le dio de puñaladas. Al punto le arrestaron, y
le dixo Pórsena sobrecogido del susto: ¿ „Quién
eres? ¿de dónde vienes? ¿qué cómplices son
los tuyos?" „Yo soy Romano, respondió el in­
trépido joven, y he venido á librar á mi pa­
tria con tu muerte. Mira como yo castigo el
error de mi mano;" y al mismo tiempo la pu­
so en un brasero destinado á los sacrificios,
y la dexó abrasarse hasta los huesos, sin dar
señal de dolor. „En quanto á mis cómplices,
añadió Mucio: sabe que somos hasta tres­
cientos los que hemos jurado quitarte la vi­
da." Esta confesión, aunque falsa, hizo en el
Rey una impresión terrible. Despidió al jó-