compendio

I>E LA HISTORIA UNIVERSAL. 373
ra del estado á que estaba Cartago reducida
, y se ob'igó con juramento, en nombre
de su república , á observar fielmente las
condiciones de la paz que se les concediese
; pero le dixo un Senador: ,,¿Qué dioses
ponéis por fiadores de la sinceridad de
vuestros juramentos?" Respondió el Cartaginés:
„A los mismos dioses que han castigado
tan severamente nuestros perjurios." Esta respuesta
, que tanto decia en pocas palabras,
fue generalmente aplaudida; y nada añadió
el Senado romano á lo que Anibal habia propuesto.
A la verdad á no haber resuelto destruir
á Cartago, no podia ser tratada con
mayor rigor.
Es cierto que la permitieron guardar sus
leyes , y mantener las ciudades y provincias
que aun la restaban en África ; pero se
quedaron los Fórnanos con la España y con
todas las islas del mediterráneo. Aumentaron
el reyno de Masinisa á costa de Cartago, y
prohibieron que la república vencida pudiese
hacer la guerra ni las paces con sus vecinos
ni con otros sin el permiso de los vencedores.
Fue preciso aprontar de contado una
grande suma de dinero : obligarse á pagar
otras aun mayores por plazos : entregar los