compendio

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dos Decemviros para hacer la repartición. Des­
pués el infeliz Casio , en premio de sus pa­
sos á favor del pueblo , fue acusado por el
Senado del crimen de alta traición ante el mis­
mo pueblo, el c¡ual le condeno á ser preci­
pitado de la roca iarpeya.
Las dilaciones afectadas del Senado en nom­
brar los Decemviros determinaron á los plebe­
yos á no alistarse en una guerra que realmen­
te se emprendió para distraerlos de la ley
agraria. Los Tribunos apoyaban esta resolu­
ción en la ciudad, que era el territorio de
su jurisdicción , y el centro de su poder; pero
no podían extenderse mas allá. Transportaron
los Cónsules el tribunal al campo, y citaron
desde allí á los ciudadanos para alistarse ; y
si habia algún refractario, mandaban que de­
moliesen sus heredades, y le quitasen los ga­
nados. De este modo juntaron bien presto dos
exércitos de soldados , casi todos valientes;
pero como llevaban la intención de deshon­
rar á sus xefes, se dexáron rechazar por los
enemigos hasta el campo. Entonces volvieron
la cara, y los rechazaron también; pero de
modo que su victoria no pudiese merecer á
los Cónsules los honores del triunfo. Esta obs­
tinación del pueblo produxo en la íamilia pa-