compendio

8 COMPENDIO
mano con un golpe que le aterró : acude Ba-
goas á separarlos, pero el golpe era mortal:
quiere impedir á Bagoas la entrada para que
no manche el templo ; pero él violenta las
puertas, y dice : ¿ Pues qué soy yo mas im­
puro que este cadáver que está tendido á mis
pies ? Y como no podía producirle ínteres al­
guno el castigo corporal del homicida , le im­
puso una grande multa.
El encuentro de Jado (1648), gran Sa­
cerdote , con Alexandro el Grande, tiene no­
tables circunstancias. Iba el conquistador á Je-
rusalen indignado contra los Judíos, que la
habían negado los víveres durante el sitio de
Tiro. No tenian modo de defenderse tontra
un exército triunfante , mandado por un xefe
tan valiente , ni Jado pensaba en eso ; y así
mandó que el pueblo se vistiese de blanco,
al mismo tiempo que él con sus vestiduras
pontificales y los sacerdotes inferiores con las
suyas propias salen al encuentro á Alexandro.
El vencedor del Asia admiró aquella pompa
religiosa ; y acercándose con respeto al graa
Sacerdote , se inclinó en su presencia con ve­
neración. Se manifestaron sus cortesanos pas­
mados de ver aquella sumisión , y les díxo:
„N0 adoro yo al gran Sacerdote , sino al Dios