compendio

j¡ 8 COMPENDIO
mano y la de su abuelo, y por los atentadas
contra su propia vida. Al fin, estas quejas,
aunque bien merecidas , pusieron al Monarca
en la desesperación, y le hicieron ver que ya
no podia contar con una ternura que hubiera
comprado con su misma sangre , y estas refle­
xiones tenían su corazón en una inquietud hor­
rible. Proyectos de violencia , arrepentimien­
to , desesperación, y esperanza de conseguir
gracia: los movimientos mas impetuosos y des­
ordenados se apoderaban sucesivamente de su
alma. Salomé , enemiga despreciada é impla­
cable , se aprovechó de un instante de estos
violentos excesos para vengarse de su cuñada.
El que servia la copa al Rey se presentó, te­
niendo una envenenada, y con el dinero que
dixo le acababa de dar la Reyna para que
diese veneno á su esposo. La trama estaba
mal urdida; ¿pero qué no creerá un hombre
preocupado? Sin duda se halló comprehendi-
do en la acusación un eunuco estimado de la
Princesa, y Herodes mandó que le diesen tor­
mento. No dixo otra cosa el infeliz sino que
creia que la orden dada á Soemo era la cau­
sa de la aversión de la Reyna para con su
marido; y de esta confesión halló el zeloso mo­
tivo para persuadirse á que entre el eunuco