compendio

X>E LA HISTORIA UNIVERSAL. 63
tar al Príncipe. Desesperado este envió al Rey
quatro confesiones diferentes, en las que de-
cia mucho mas de lo que se habia sacado con,
la tortura , porque comprometía toda la cor­
te y sus ministros, al mismo Feroras, y sobre
todo á Salomé ; porque la acusaba de que
habia ido á buscarle á su propia cama para
que apoyase la conjuración formada contra el
tirano, de quien mientras viviese no habia que
esperar paz ni felicidad alguna.
Esta acusación, que no tenia otro objeto
que el aumentar las inquietudes del Rey, lo­
gró su efecto; porque Herodes, no sabiendo
ya de quien fiarse , llegó á ser el juguete
de sus propias sospechas y furor. De día y
de noche le pintaba la imaginación á sus hi­
jos armados de puñales, y prontos á traspa­
sarle el corazón: tanta lástima daba el tira­
no como las víctimas de su crueldad. Arque-
lao , suegro de Alexandro , sabiendo estos
desórdenes, fue á Jerusalen, y con su benig­
nidad , las exhortaciones que hizo á los hi­
jos , y las súplicas con que rindió al padre,
consiguió que se reconciliasen. Se probó que
jamas los Príncipes habían atentado á la vida
ni á la corona de su padre. Feroras tuvo el
descaro de cargarse del crimen de la acusa-