compendio

COMPENDIO
petuosidad natural á su nación se habia ya
amortiguado, se dispersaron como un rebano
sin pastor, y desaparecieron de Ja Italia sin
dexar otras señales que las de sus estragos.
Las centellas de la envidia , conservadas
en las ruinas de Roma, que aun humeaban,
encendieron de nuevo el hacha de la calum­
nia; y los Tribunos emprendieron la de ha­
cer sospechoso á Camilo de que aspiraba á
la tiranía Siempre le tiraban porque cons­
tantemente se oponía al designio que habían
formado de abandonar á Roma , y establecer
el gobierno de la república en Veyes. Re­
presentaban que la infeliz ciudad era un mon­
tón de cenizas, siendo asi que en Veyes ha­
bia templos, casas bien edificadas , amuebla­
das , y con todas las comodidades de la vi­
da , que habian trasladado allá los ciudada­
nos refugiados. Lo que detenia al Senado en
Roma eran los grandes destinos prometidos á
esta ciudad. ÍNo obstante, consintió en que el
punto se pusiese en deliberación delante del
pueblo ; y una feliz casualidad sirvió mas
bien á la decisión , que quanro hubieran con­
seguido las mejores razones. Iba un patricio,
llamado Lucrecio , á abrir la boca para ex­
poner el asunto, y al mismo tiempo un Cen-