compendio

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no puede hacer nueva alianza con vosotros por
estar aliado con los Samnitas por un tratado
solemne. Bien está, dixéron los de Capua, nos
entregamos á vosotros, y os damos los pue­
blos, los templos de los dioses, y todo quan-
to poseemos." Con esto sanaron los Romanos
del escrúpulo, y hallaron para favorecer á los
sometidos las fuerzas que no tenían para los
aliados.
Ninguna de las naciones que se opusieron
á la potencia dominante resistió por mas tiem­
po que los Volscos. Aunque arruinados y aba­
tidos, no se daban por subyugados, y pelea­
ban entre sus mismas cadenas, armándose mu­
chas veces contra sus mismos vencedores. Des­
pués de una violenta insurrección, que los Ro­
manos tuvieron por rebeldía, se deliberaba en
el Senado sobre el castigo, y hubo algunos
que opinaban por la muerte. Se hallaba pre­
sente el diputado de Priverno, ciudad de cu­
ya suerte se trataba, y le dixo un Senador:
„¿Qué pena os parece merecen vuestros con­
ciudadanos?" Respondió el Volsco: ,,La que
merecen los que se tienen por dignos de la li­
bertad." Esta respuesta, que venia á ser una in­
directa reprehensión de los Romanos, disgustó
á algunos, y agradó á otros; pero insistió el Se-