Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

130se lo permiten, se suma Rubén Martínez Villena, quien terminará porconvertirse en guía indiscutido del Grupo, y su poeta más auténtico ypersonal. Pero, todavía, poco o nada representan. Entre ellos polemizan,discuten y se elogian. Comentan lo último publicado en la Isla o en elextranjero. Algunos se han especializado en poner sobre el blanco manteldel sarao la más reciente novedad literaria. Tales son los casos deJosé Antonio Fernández de Castro y Alberto Lamar Schweyer: especialización,en suma, que llevará al primero a convertirse en uno de lospromotores más decididos de la vanguardia en la cultura del país, y, alsegundo, en el más reaccionario escritor de su generación. Pero todavíano ha pasado nada, o casi nada. A su turno, cada uno lee lo mejor de sucosecha, donde expresa o cree expresar sus apetencias de renovación,aun cuando no puede hablarse todavía de definición literaria ni ideológicaalguna. Intuyen la necesidad de un país diferente al que se viene trazandodesde 1902. Dicen sentir entusiasta respeto por Martí, Varona,Sanguily, Darío, Herrera y Reissig, Valle Inclán y Unamuno. Se tomanfotos, en las que se les ve mirar a la lente con insistencia feroz. Comprendenque la nueva imagen técnica es el testimonio más fidedigno generadopor el espíritu progresista de la modernidad. Se saben algo... Algunosestán convencidos de que llegarán lejos. Otros, son demasiado obvios. Susirreverencias no dan para mucho más.Bajo techo seguro, y entre las cuatro paredes del despacho de Roig, enla señera publicación, a poco de ser nombrado su Director literario (loque ocurrirá en febrero de 1923, luego del regreso de Massaguer deNueva York), el Grupo se ahondará en el debate diario. A la efusión expansiva,sin tutoría alguna, que propiciaba el café del teatro Martí, lesucede ahora la concentración propia de lo que empieza a entonarse conun hacer cuasi profesional; amén de la presencia supuestamente casualde alguna que otra figura de prestigio del ámbito periodístico del momento,que, con la justificación de pasar por la redacción, se sabe y sesiente a cierta distancia más juez que testigo de lo que comentan, aunqueaparente ignorarlos. Hay que esmerarse; esto es, profundizar, demostrarhasta dónde puede llegar el juicio y la obra joven de «los nuevos» –rótuloque entonces hacía fortuna en la América, y con el cual se etiquetabatoda obra y acción libre de cualquier compromiso con el pasado–. AhíMassaguer.pmd 13026/10/2010, 16:52