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40Archivo Nacional de Cuba.Fondo 106 Conrado W.Massaguer. Expediente 2,legajo 1.41Entrevista realizada a NataliaRevueltas, por el autordel presente texto.42Carta de ConchitaMassaguer al autordel presente texto, fechadaen Madrid, 31 de enerodel 2002.230económica en Nueva York. Por intermedio de Carlos Garate, primo de LaredoBrú, le hace llegar a este una carta fechada el 8 de julio de 1939, en la quele pide le abone los dos meses de sueldo para regresar a Cuba, «dondehallaré mi estudio cerrado, mi clientela dispersa, pero donde tengo mi pobremujer e hijos esperándome». Y concluye: «Cuba no me debe negar lo queotros países me han dado algunas veces con desinteresada generosidad». 40La respuesta no se hará esperar. Esta le llega, nada más y nada menos, delrecién nombrado Secretario de Agricultura, Amadeo López Castro, quienen carta del 15 de agosto de ese año, le dice que su Secretaría tenía undéficit mayor de cien mil pesos. Con tales truenos no durmió muy biennuestro biografiado los días que aún estuvo en Nueva York; pero recursosy amistades nunca le faltaron, y aunque no conocemos testimonio algunoque explique cómo solucionó la situación, regresó... A poco de estar enCuba, hizo de nuevo las maletas... Esta vez, solicitado por el New York Timespara que participara en el juicio del gangster Jimmy Hines, ya que nose permitían fotógrafos y los testigos pasaban muy seguido, y no había enla ciudad de los rascacielos otro dibujante más rápido y certero que él.En 1940, Massaguer abandona Nueva York, dejando secciones fijas,como la página teatral del New York Times, magazines y casas de publicidad,para establecerse definitivamente en La Habana. En su autobiografíaaduce razones de «índole doméstica», entre las que cabe inferirlas propias de su esposa, poco dada a los viajes y mucho menos a permanecerlargas estadías fuera de la Isla. Pero, exceptuando este rasgode la Menocal, que no se avenía con la visión de su esposo, para quien elmundo era ancho y nada ajeno, ella y sus hijas lo fueron todo para él.«Conrado y Elena eran personas distintas y muy iguales en sus valores yrelaciones humanas –comenta una amiga de la familia–. Sus hijas, Conchitay María Elena, fueron sensibilidades cultivadas por la bondad de ambos».41 Conchita, por su parte, recuerda a su padre, ya paralítico, conuna tabla sobre las piernas, entre sus dos nietos, los que, embelesados,seguían el dibujo de la narración que les hacía de un cuento de Kipling. 42Otro testimonio de lo que para Massaguer significó la familia, se encuentraen el artículo de Clara Porset «El doble interés de una “nursery”modelo» (Social, julio, 1930), donde la autora pone como ejemplo dediseño original e integral el concebido por nuestro caricaturista para elMassaguer.pmd 23026/10/2010, 16:52