Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

amores que él llama profundos le hace pensar que su vida es imposible,vacía, huérfana de un ideal. Y esto lo dirá vagamente adolorido, sin perjuiciode que el efusivo saludo de una manita enjoyada le sugiera unagran reverencia, tras la cual ha de decirle a un amigo:—¿No sabes quién es?... ¡Bonita muchacha!... La conocí en el últimobaile del casino. Elegantísima. Una conversadora de mucho sprit. Y conunos ojos...Y ya Massaguer no volverá a recordar su decepcionado amor hastaque se despide con un “Ya te contaré, chico... ve por casa... tengo muchostrabajos que enseñarte y muchos proyectos de que hablar”. Y aunasí, el amigo se quedará pensando en si durante la visita solicitada escucharálas palabras de un enamorado confidencial o de un artista quetiene una gran confianza en sí mismo». 18 Y estaba en lo cierto Barros. Lasociabilidad de Massaguer era tan consustancial a su personalidad comosu capacidad para trabajar y enamorarse a primera vista. Él mismo darátestimonio mucho después, en su sección «En esta Habana nuestra», delperiódico El Mundo, cuando rememora que, en compañía de sus amigosde entonces, casi todas las tardes, de cinco a siete, hacían el recorridoConsulado abajo, Prado arriba y San Lázaro a la izquierda. «En Consuladosaludábamos a las familias de Díaz, Guiteras, Manduley, ZaldoBetancourt, Caballé, Calves, Lago, Osuna, Gaytán, Sánchez Curbelo,Cancio Bello. En San Lázaro “paliqueábamos” con las lindas Adelita Campanería,Candita Arteta, Rosita Rodríguez Feo, Consuelo, Luisa y NoraNadal, las Rivera, Aimée de Lasa, Lolita Andricaín, Julita Cordovés, lasReyes Gavilán, las Mestre... Por Prado, paseando bajo los laureles, o enlos soportales y balcones las Recio Heyman, Lima, Coronado, SuárezMurias, la Torre», 19 y tantas otras jóvenes que hacían de aquellas tardesel placer mayor de caminarlas.Al otro día, recibirá en su estudio al talentoso Barros, el que, dispuesto aconcluir su retrato escrito para el libro en preparación sobre la caricatura,con ese tono muy suyo de guión radial, especulará: «Lo probable en esavisita es que Massaguer hable de todo un poco; tenga dos o tres flirtstelefónicos; reciba a unos cuantos escritores, a dos o tres compañeros desoirées y a algún comerciante que busca un dibujo para un anuncio. Todoesto sucederá por la tarde en un pequeño salón de su casa, donde hainstalado el atelier. Y allí, donde todo se confunde –retratos, porcelanas,18Bernardo G. Barros:Caricatura y crítica de arte.Editorial Letras Cubanas, 2008,pp. 153-154.19Conrado W. Masssaguer:«En esta Habana nuestra»,en El Mundo, 23 de septiembrede 1955, p. 8.59Massaguer.pmd 5926/10/2010, 16:52