Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

216dibujo que se transmitió por televisión en el mundo; ello ocurrió desde laColumbia Broadcasting Station a la famosa tienda Gimbel Bros. Esta seríala quinta versión que del famoso personaje del cine silente norteamericanoharía el caricaturista. La última, la había concebido un año atráspara la portada de Carteles, del 12 de abril. La imagen de ahora, hechaal carboncillo con la premura y espontaneidad que demandaba el medioaudiovisual que le servía de soporte, implicó una novedad y una pruebade las posibilidades didácticas y hasta publicitarias de una técnica dedibujo milenaria en relación con un nuevo medio de comunicación enfase de experimentación, a más de constituir un reconocimiento del ámbitográfico neoyorkino a su trabajo.He aquí una anécdota ilustrativa de la notoriedad de Massaguer porestos años y su relación con el otro protagonista del comentado hechomediático: «Dos o tres días después de conocer al gran actor cómico inglésen un animado party en Nueva York, me topé con él en la esquinade la Quinta Avenida y la calle 42. Y charlando caminamos hasta la calle57, donde me despedí para dirigirme al Carnegie Hall, y él a la 59, puesiba a visitar a un amigo en el Plaza, frente al Parque Central. Durante eltrayecto me saludaron cerca de diez personas: Hello, Massaguer; Hi,Massie; Bonjuor, Monsieur Massaguer; How are you, Conrado... Alformidable histrión nadie lo reconoció. Sobre eso hizo gracioso comentario.Luego prometió algo que no ha cumplido todavía: venir a Cuba».Aunque la anécdota viene del propio Massaguer, es posible que así sucediera,pues, por entonces, Charlot era más conocido que Chaplin.Resulta sintomático que la primera caricatura de Charlot hecha porMassaguer, se la hiciera junto a su progenitor: Charles Chaplin, a quienrepresentó sosteniendo en su mano derecha la máscara del celebérrimopersonaje, a la manera de los grandes trágico-cómicos de la Grecia Clásica.Mientras que en la sobrecubierta de su autobiografía (1957), seautocaricaturó sosteniendo en su mano izquierda, a manera de polichinela,la figura de Gandhi, y en la derecha la de Charlot. Sin duda, fue ungran admirador de ambos «hombrecitos»; pero, sobre todo, del genialcómico, de quien dijo Freud: «Toda su obra es una permanente representaciónde su infancia». Charlot fue para Massaguer –como para esepequeño género humano que todavía lo admira– fuente genitiva de laMassaguer.pmd 21626/10/2010, 16:52