Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

do del mensaje. Massaguer hace de nuevo gala de su dominio del dibujo,en tanto factor de aprehensión del rasgo psicológico esencial de cadauno de los caricaturizados; pero, sobre todo, de su comprensión del hechopolítico que propone como asunto, dado por una doble relación, laque establecen los personajes entre sí y la de estos con el entorno generalde la representación, sin pasar por alto particularidades tales comopostura, estatura, ubicación, etcétera. Por ejemplo, del rey italiano VíctorManuel, destaca su pequeña estatura; pero, además, su ubicación al ladode Benito Mussolini, que le saca toda la cabeza, y la de este con respectoa la del corpulento Goering, que aplaude a sus espaldas, es bien representativade la nueva situación política de Italia y de sus relaciones con laAlemania nazi.«En Cuba, la movilización de las masas, que se produjo a través delmitin Pro República Española en el Estadio Tropical, y de los celebradosen homenaje al México de Lázaro Cárdenas y el 1º de Mayo, presionóal gobierno, algunos de cuyos componentes consideraron oportunoabandonar las posiciones más reaccionarias, ya que todos los factores enjuego señalaban el reinicio de una crisis revolucionaria. En lo internacional,el gobierno norteamericano de Roosevelt iniciaba una política deoposición a las posiciones fascistas, en la misma medida que estas sehacían más amenazadoras, determinando un cambio de actitud, en generalmás aparente que real, en ciertos grupos dominantes de la economíay la política cubana». 39 No es casual, pues, que el presidente de turno enla Casa Dorada, Federico Laredo Brú, mandara a tapar la pintura conlechada blanca días después, luego de darle crédito al «comentario» deun periodista, que le dijo que el pueblo norteamericano se sentía ofendidopor dicho mural.En defensa de Massaguer salieron el alcalde de Nueva York, La Guardia,y el crítico Henry L. Mencken. Tampoco le valió que el New York Timesle dedicara un artículo de cinco columnas en su segunda página. El periodistadelator, según Massaguer, «desde entonces ocupó puestos importantesen gobiernos que vinieron después». Pero con tal incidente noterminaron sus desgracias. Sin previo aviso fue sustituido como Delegadode Arte y Propaganda del pabellón cubano.Y lo peor de todo, el gobiernono le pagó los dos meses que le debía, quedando en grave situación39Julio Le Riverend:La República. EditorialCiencias Sociales,La Habana, 1973,pp. 314-315.229Massaguer.pmd 22926/10/2010, 16:52