Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

ocurrió el encuentro, el gran ilustrador lo detuvo: «Por Dios, no se vayasin dedicarme su álbum. Por aquí hay muchos envidiosos que van a decirque este ejemplar lo compré en Brentano’s».En 1925, con motivo del debate celebrado en el Congreso de los EstadosUnidos sobre la posesión de Isla de Pinos, el King Features Syndicateenvía a Massaguer a Washington para que caricaturice a los principalesprotagonistas del debate, con el fin de ilustrar los artículos que le daríanseguimiento a este suceso. Entre los personajes caricaturizados porMassaguer estaría el propio presidente de los Estados Unidos, CalvinCoolidge. Coolidge era famoso por su carácter sombrío y gruñón, y porla enorme nariz que tenía. Sin embargo, este lo recibió en el despachooval de la Casa Blanca, y hasta le permitió que le hiciera varios apuntes.Su complacencia fue tal, que le manifestó a Massaguer: «Yo no soy unhombre guapo, pero me gustaría tener una buena caricatura hecha porusted». Y acto seguido le dijo: «¿Qué puedo hacer por usted, aquí enWashington?». Massaguer, sin pensarlo dos veces, le trasladó su preocupaciónpor el resultado final del debate sobre la Isla de Pinos (actualIsla de la Juventud) y su decisión de «hacerle una fuerte caricaturaal Senador Borah», líder en el Congreso de los que estaban contra losintereses de Cuba. Coolidge sonrió y le ordenó sentarse. Luego le hizoun «agradable y minucioso informe sobre el debate». Al día siguientetodos los diarios de Hearst –y algunos que no lo eran– le dieron un buenespacio en sus primeras planas. Y recibía la felicitación del doctor Cosmede la Torriente, por entonces, embajador de Cuba en Washington, por elresultado de la entrevista que él había propiciado.Nueva York, una vez más, lo tienta. Pero, La Habana es La Habana: laciudad que «conserva todavía la medida del hombre», como la definiríaaños después José Lezama Lima. También Social... los amigos. Desprendersede todo eso, era como hacerlo de su raíz: quedar condenadoa vivir escindido entre dos ciudades, como si ya no fuera suficiente tenerloque hacer entre dos tiempos y dos culturas. Para mediados de 1925está de vuelta. Pero no sin antes dejar definitivamente sembrada la presenciade la caricatura cubana y latinoamericana en los Estados Unidos.De ello dará fe el primer número de Social de 1926, con el artículo «Elarte criollo en Nueva York», del poeta y periodista mexicano José Juan157Massaguer.pmd 15726/10/2010, 16:52