Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

vista de vanguardia. En tanto, hay que preparar y consolidar esa plataforma;aunque, como es de notar, en su consecución se invierta la experiencianorteamericana de fines del siglo XIX, caracterizada por el pasode los diarios ilustrados de la élite burguesa a los de «un centavo» de lapoblación nativa e inmigrante, en su mayoría de baja o ninguna instrucción,para las cuales el periódico se convirtió en un medio de alfabetización,demandándose de él sencillez, inmediatez y atractivo.Está más que justificado pensar que Massaguer tampoco pasó por alto laabismal diferencia existente entre Estados Unidos y Cuba, en cuanto apoblación consumidora potencial y poder adquisitivo de la misma. Nohabía otra opción para imponer una empresa como la de Social en un paíscomo Cuba, donde, por demás, todavía el proceso publicitario no alcanzabani la audacia ni la agresividad que ya empezaba a mostrar en la grannación vecina. Esta forma de interpretar nuestro artista las lecciones legadaspor la acción filantrópica del mejor humanismo burgués decimonónico,devela, por una parte, su aceptación de una realidad socioeconómicadiferente, propia de un país dependiente, cuyo referente –para mayor frustración–siempre había sido, era y sería los Estados Unidos, incluso, hastapara el mal ejemplo, y, por la otra, su comprensión –aunque de manera intuitiva–de la importancia que en un futuro inmediato alcanzaría la tanespecífica como mal entendida cultura de la imagen, en razón de su presenciay desarrollo en medios de comunicación muchos más aptos quecualquier museo o institución cultural al uso para ampliar el registrode recepción y democratizar la función social del arte.Igualmente, es de destacar que esta interpretación massagueriana delhecho editorial estudiado, será una extrapolación a la gráfica de comunicaciónde los ideales sustentados con parecida vocación filantrópica porlo más representativo de la intelectualidad de vanguardia de su generación.Para esta rige tanto el apego a las grandes figuras del reformismo(Arango, Luz, Saco) como la certeza de que la regeneración de Cuba habríade ser obra de una élite intelectual (aristocracia del espíritu), quehiciera renacer en el pueblo, instruyéndolo y educándolo, la fe en el idealperdido. Para el joven y talentoso crítico Bernardo G. Barros, como parala mayor parte de sus contemporáneos, los elementos cultos eran la minoríadirigente en todos los países. En Cuba, sin embargo, estos habían83Massaguer.pmd 8326/10/2010, 16:52