Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

50«Homenaje a LeopoldoRomañach», en Social,abril, 1926, pp. 52-53.51Juan Sánchez: Hijosde su tiempo: once pintoresmayores de Cuba. Publigraf,Cuba, 1994, p. 10.164luminarias de la lengua. También los minoristas. El año va sobre ruedaspara el grupo y para su publicación órgano. Al éxito que va teniendoentre los lectores la novela por entrega Fantoches 1926, se suma elalcanzado por dos obras de las más representativas de la poesía cubanade la etapa republicana: el poemario La zafra, de Agustín Acosta, y laantología La poesía moderna en Cuba, de Antonio Fernández de Castroy Félix Lizaso. En el plano sentimental, sucede otro tanto. En la sección«El gran mundo» (Social, febrero, 1926), bajo el subtítulo «Se acabande comprometer...» aparecen las fotos de cuatro novias; en los pies deimagen se lee: Srta. Esperanza Sánchez con el señor José Manuel Acosta,Srta. Rosa de la Fuente con el señor Alberto Lamar Schweyer, Srta.María Josefa Vidaurreta con el doctor Juan Marinello y Srta. BerthaArocena con el señor Guillermo Martínez Márquez.En el número de abril, hay una doble página dedicada a la obra del pintorLeopoldo Romañach, quien estuviera representado con honores especialesen el Salón de Pintura y Escultura del presente año. Social, eneste caso, pondrá todo su prestigio en favor de la causa de Romañach,que no será otra que la de los minoristas y su crítica a los métodos anticuadosempleados en la enseñanza de las artes plásticas por la AcademiaSan Alejandro. El texto de presentación termina en alegato: «hacemosvotos, para que cuando este número vea la luz se encuentre ya elinsigne maestro al frente del puesto que nadie mejor que él está llamadoa ocupar: la Dirección de la Academia de San Alejandro». 50 La propuesta,elevada a las más altas instancias del gobierno, no prosperó.Romañach tendría que esperar ocho años para ocupar tal cargo, lo queocurrió entre 1934 y 1936, aunque sin desligarse de la docencia. A decirverdad, Romañach no hubiera podido hacer mucho más por la docenciade las artes de lo que ya había hecho como pintor y, en particular, comoprofesor. Carlos Enríquez fue el que mejor definió su presente condición,cuando dijo: «Reconocemos que Romañach llena toda una épocade la pintura cubana y si alguien ha enturbiado esa aurora de pintura hansido los pequeños émulos que embarraron y embarran lienzos a la maneradel maestro». 51 De lo que se trataba era de realizarle al «más nuevo»de los «viejos pintores» un merecido reconocimiento y levantar una banderadonde no la había, con la cual identificar de algún modo el interésMassaguer.pmd 16426/10/2010, 16:52