Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

dor de sus dos más renombrados impresos: la revista La Arcadia y elperiódico Diario Yucateco. Para suerte suya, sus primeros «incidentes»en la profesión no fueron del conocimiento del público lector. Mediosiglo después, en su autobiografía, los narraría con una mezcla de sanoorgullo y humor, tal vez, como último homenaje al pueblo que «quedógrabado para siempre» en su corazón.«En aquellos días de 1907 –recuerda Massaguer–, no había fotograbadoen la ciudad de Mérida. Los grabados de La Campana se encargabana talleres de La Habana o de la capital de México. Otros, engrandes ocasiones lo hacían en piedras litográficas. Y a menudo se buscabaun indio grabador en madera, que lo hacía calcando el dibujo, delpapel al boj. Entre las primeras caricaturas que hice de personalidadesde la sociedad, me encargaron la “triste figura” de un señor GonzálezPérez, que era el Jefe de la Oficina del Timbre Federal, a quien por másde una razón no lo querían mucho en Mérida. ¡Era de otro estado ycobraba!, eran dos razones de peso. Aprovechando un gran papel queposeía hice una fea pero decorativa silueta del magro caballero, y sinpensar en el procedimiento de grabado en madera se lo envié al grabador.En la mañana de la aparición del próximo número, cuando faltabandos horas, para echar a andar la “rotativa” que no rotaba bien, se apareceel artista con una tabla donde estaba grabado en alto relieve la figuradesmedrada y larga, como un folletín, el Shylock de marras. ¡Para quéfue aquello! Los humoristas y hermanos Ríos no le vieron la gracia, y meincreparon duramente, pues el maderón aquel no cabía en la primerapágina de La Campana... Se me amenazó con dejarme cesante. Yo meespanté. Era mi primer sueldo como periodista, que se me iba de lasmanos. Pensé rápidamente como un Napoleón antes de una de sus batallas,y me llevé el trozo de tabla, al fondo del taller de la imprenta. Pedíal bondadoso regente un serrucho, y acometí mi tarea. Dividida en dospor la cintura, yo mismo encajé la parte superior en la primera plana yla inferior en la última, donde le añadí: “Viene de la primera”. Y así salióa la calle. El éxito fue instantáneo. La Campana salía dos veces a lasemana, y se vendía lentamente al transcurrir esos días. Esta edición sevendió TODA en esa mañana. Los yucatecos riéndose del personaje,se las cobraban al cobrador».33Massaguer.pmd 3326/10/2010, 16:52