Descargar libro - Centro Cultural Pablo de la Torriente Brau

38Ambos géneros, el de dibujante publicitario y caricaturista, no eranbien vistos ni por los artistas académicos ni por muchos de los antiacademicistasque a partir de ahora empezarían a pulular en los prediosartísticos de la capital, por considerarlos, en el mejor de los casos,de «arte menor», cuando no un arte envilecido, prosaico, sólo apto deconsumarse como propaganda. Todavía Picasso y Braque transitan porla etapa empírica del cubismo; incorporan a sus telas páginas de periódicos,naipes, anuncios publicitarios, etcétera, con lo que el «arte mayor»empieza a asimilar la nueva cultura de la máquina. Tampoco es deobviar, que si en lo económico y político Cuba había pasado a ser neocoloniade los Estados Unidos, en lo cultural seguía siendo libre e independiente,al menos, en lo tocante a su cultura de vanguardia. Dialécticamente,este independentismo cultural, por llamarlo de alguna forma,será expresión de la gradual frustración de la burguesía cubana comoclase material dominante, al irrealizarse por segunda vez como clase burguesamoderna, dada su dependencia económica y política a un nuevopoder foráneo.De ahí que en el campo de las ideas –entiéndase también la literatura yel arte– comience a verificarse un gradual desarrollo, que, en sentidocontrario al del poder dominante, irá creando las bases para la transformaciónrevolucionaria. Lo que no fue posible alcanzar en el plano material,sí lo será en el espiritual. Así había sucedido en la Colonia, en losorígenes de la nacionalidad cubana, de Heredia a Martí. Así sucederá enla República, de Boti a Guillén. El corolario colonial: dos grandes guerrasde independencia; el republicano, dos revoluciones: la del 30 y la del 59.No otro será el ámbito cultural y patriótico formativo de los cubanos dela llamada Generación del Centenario y de los que hicieron posible laprimera revolución socialista del hemisferio occidental. Lo que en ciertamedida refrenda la reciente revalorización de la República por el saberacadémico dominante. En último análisis, cabe decir, que para lo jovenque era –¿qué son cincuenta años en la vida de un país?–, no fue mejor nipeor que otras, incluida la idílica de Platón.La República por la cual Massaguer había apostado, como tantos otrosartistas e intelectuales de su generación, era entonces toda una promesa.Así nos los hace ver este fragmento de un editorial de la revista Cuba yMassaguer.pmd 3826/10/2010, 16:52