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Manual de Psicologia Criminal

Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy, sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos similares, el resultado hubiera sido diferente. Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar, perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las páginas de la crónica del crimen. Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal, provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente.

Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra
victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una
serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso
asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy,
sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard
encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que
actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos
similares, el resultado hubiera sido diferente.
Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico
por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos
por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el
de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar,
perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las
páginas de la crónica del crimen.
Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico
adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que
tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal,
provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente.

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conducta <strong>de</strong>lictiva. Heilbrun (1982) encontró que los psicópatas poco<br />

inteligentes mostraban una historia <strong>de</strong> violencia impulsiva, mientras que los<br />

<strong>de</strong>litos <strong>de</strong> los psicópatas inteligentes eran <strong>de</strong> tipo sádico. Algunos estudios<br />

realizados en Catalunya han mostrado que una baja inteligencia se asocia a<br />

una peor adaptación al ámbito penitenciario, tanto en jóvenes como en<br />

adultos.<br />

Aunque la inteligencia pueda ser una variable importante para el<br />

<strong>de</strong>sarrollo cognitivo, la investigación actual pone mayor énfasis en el estudio<br />

<strong>de</strong> las diferencias individuales en los procesos cognitivos que generan un<br />

sesgo en las evaluaciones <strong>de</strong> los sucesos interpersonales. Así, por ejemplo,<br />

se ha constatado que los jóvenes agresivos se muestran más inexactos en<br />

la interpretación <strong>de</strong> las conductas <strong>de</strong> los otros en situaciones poco ambiguas<br />

y que tien<strong>de</strong>n a percibir intenciones hostiles en las interacciones<br />

interpersonales ambiguas. También, que estos sujetos cuando sufren<br />

rechazo social, generan muy pocas soluciones efectivas a las situaciones <strong>de</strong><br />

problemas interpersonales y tien<strong>de</strong>n a producir soluciones más agresivas.<br />

Por otra parte, un buen <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> las habilida<strong>de</strong>s cognitivas en los<br />

niños, en especial, las habilida<strong>de</strong>s verbales, parece ser un factor protector<br />

para el <strong>de</strong>sarrollo <strong>de</strong> conducta antisocial. Así pues, los individuos con bajas<br />

capacida<strong>de</strong>s intelectuales y con ciertos sesgos cognitivos poseen peores<br />

habilida<strong>de</strong>s interpersonales. Éstas dificultan los procesos <strong>de</strong> socialización y<br />

facilitan la comisión <strong>de</strong> actos antisociales en general y agresivos en<br />

particular.<br />

- Historia <strong>de</strong> abuso <strong>de</strong> sustancias: La relación entre abuso <strong>de</strong><br />

sustancias y <strong>de</strong>lincuencia violenta y no violenta está muy documentada.<br />

Dow<strong>de</strong>n y Brown (1998) encontraron que aproximadamente un 70% <strong>de</strong> los<br />

<strong>de</strong>lincuentes encarcelados tenían problemas por abuso <strong>de</strong> sustancias.<br />

Menuk (1985) <strong>de</strong>mostró una relación entre uso <strong>de</strong> drogas ilegales y<br />

conducta violenta y <strong>de</strong>lito. El abuso <strong>de</strong> sustancias se ha mostrado<br />

relacionado con reinci<strong>de</strong>ncia. El consumo <strong>de</strong> alcohol o <strong>de</strong> otras drogas era<br />

una <strong>de</strong> las variables que permitía diferenciar entre éxito y fracaso en las<br />

liberta<strong>de</strong>s condicionales <strong>de</strong> las prisiones <strong>de</strong> Canadá.<br />

- Enfermedad mental: Los datos sobre la relación entre enfermedad<br />

mental y conducta violenta son contradictorios. Monahan (1992) sostiene<br />

que la enfermedad mental provoca únicamente un ligero aumento <strong>de</strong>l riesgo<br />

<strong>de</strong> violencia y que <strong>de</strong> forma parecida a lo que suce<strong>de</strong> con la población<br />

<strong>de</strong>lincuente no psiquiátrica, un historial violento es el mejor predictor <strong>de</strong><br />

violencia entre los pacientes psiquiátricos. Otros estudios han encontrado<br />

que los niveles <strong>de</strong> violencia son inferiores entre los pacientes con<br />

esquizofrenia que en pacientes con algunos trastornos <strong>de</strong> la personalidad. El<br />

meta-análisis publicado por Bonta, Law y Hanson (1996) puso en evi<strong>de</strong>ncia<br />

que en población <strong>de</strong> <strong>de</strong>lincuentes, el trastorno mental se mostraba<br />

relacionado negativamente con la predicción <strong>de</strong> violencia. Sin embargo,<br />

otros autores han hallado relaciones positivas entre enfermedad mental y<br />

violencia. Algunos resultados más recientes sugieren que la conducta<br />

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