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Manual de Psicologia Criminal

Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy, sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos similares, el resultado hubiera sido diferente. Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar, perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las páginas de la crónica del crimen. Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal, provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente.

Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra
victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una
serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso
asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy,
sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard
encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que
actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos
similares, el resultado hubiera sido diferente.
Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico
por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos
por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el
de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar,
perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las
páginas de la crónica del crimen.
Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico
adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que
tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal,
provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente.

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famosas” (“El País” 04-06-00). Esta ten<strong>de</strong>ncia a <strong>de</strong>linquir para adquirir<br />

notoriedad, <strong>de</strong>nominada erostratismo en recuerdo a Eróstrato (efesio que<br />

incendió el templo <strong>de</strong> Artemisa para inmortalizar su nombre), como ya<br />

hemos visto, también caracteriza a muchos psicópatas, que ven en la gran<br />

repercusión periodística <strong>de</strong> sus crímenes el vehículo perfecto para colmar<br />

sus ansias <strong>de</strong> vanidad.<br />

Algunos crímenes son justificados por simple hastío: la prensa informó<br />

en 1998 <strong>de</strong>l caso <strong>de</strong> tres adolescentes que asesinaron a un niño <strong>de</strong> once<br />

años en Italia porque “molestaba, hablaba más <strong>de</strong> la cuenta y se metía en lo<br />

que no le importaba” (“El País”, 30-11-98). En estos casos, más que la<br />

satisfacción <strong>de</strong>l <strong>de</strong>seo <strong>de</strong> sentir nuevas emociones se trasluce ese<br />

sentimiento <strong>de</strong> superioridad manifiesta tan característico <strong>de</strong>l psicópata, y que<br />

le “autoriza” a <strong>de</strong>cidir sobre la vida y la muerte en función <strong>de</strong> sus peculiares<br />

apetencias. En el espejo <strong>de</strong> estos asesinatos se refleja fielmente su imagen:<br />

son crueles, fríos, <strong>de</strong>mostradores <strong>de</strong>l nulo valor otorgado a la vida humana y<br />

<strong>de</strong>l vacío emocional que pa<strong>de</strong>cen sus autores.<br />

Muchos <strong>de</strong> estos crímenes absurdos comparten a<strong>de</strong>más un<br />

<strong>de</strong>nominador común: son cometidos por personas muy jóvenes,<br />

adolescentes e incluso niños. Y, para colmo, se observa una ten<strong>de</strong>ncia al<br />

alza en cuanto a su número y un <strong>de</strong>scenso <strong>de</strong> la edad <strong>de</strong> sus autores.<br />

La sociedad asiste con <strong>de</strong>sconcierto al espectáculo cada vez más<br />

frecuente ofrecido por los medios <strong>de</strong> comunicación informando sobre<br />

sangrientos crímenes cometidos por menores. Surgen así multitud <strong>de</strong><br />

hipótesis para explicar el fenómeno, entre las que se alzan con fuerza las<br />

teorías sociológicas que atribuyen al factor ambiental la causa <strong>de</strong>l problema.<br />

Aunque <strong>de</strong>spués se discutirán con más <strong>de</strong>talle las posibles causas <strong>de</strong>l<br />

comportamiento psicopático violento, me parece oportuno incidir en este<br />

aspecto en concreto. Y es que parece muy probable que circunstancias tales<br />

como el <strong>de</strong>splazamiento <strong>de</strong> la influencia <strong>de</strong>l proceso <strong>de</strong> socialización <strong>de</strong>l<br />

individuo hacia agentes ina<strong>de</strong>cuados (como la escuela o la televisión) en<br />

<strong>de</strong>trimento <strong>de</strong> la familia, agente socializador por excelencia; la dulcificación y<br />

exaltación <strong>de</strong> la violencia por el cine y la televisión, el triunfo <strong>de</strong> la filosofía<br />

<strong>de</strong>l éxito a cualquier precio o la drástica reducción <strong>de</strong> la importancia<br />

otorgada a los valores humanos, propicien un <strong>de</strong>sarrollo más prematuro <strong>de</strong>l<br />

trastorno psicopático en aquellas personas con predisposición al mismo, que<br />

conduciría a la comisión <strong>de</strong> <strong>de</strong>litos violentos a eda<strong>de</strong>s cada vez más<br />

tempranas.<br />

Otra <strong>de</strong> las manifestaciones <strong>de</strong> la violencia psicopática, quizá la más<br />

grave y, sin duda la más compleja, es el asesinato y la agresión sexual en<br />

serie. Este tipo <strong>de</strong> crímenes son cometidos por dos grupos <strong>de</strong> <strong>de</strong>lincuentes:<br />

psicópatas y psicóticos, cuya diferencia todos conocemos ya. Pero <strong>de</strong> los<br />

asesinos en serie conocidos, los psicópatas conforman el grupo más nutrido<br />

y peligroso, tanto cualitativa como cuantitativamente: el 70 % <strong>de</strong> ellos. Y si<br />

coinci<strong>de</strong>n en una misma persona la psicopatía y alguna <strong>de</strong>sviación sexual,<br />

aparece la combinación más letal. Sus conductas criminales manifestadas<br />

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