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Manual de Psicologia Criminal

Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy, sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos similares, el resultado hubiera sido diferente. Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar, perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las páginas de la crónica del crimen. Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal, provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente.

Los últimos meses del año 1.888 fueron conocidos en la Inglaterra
victoriana de finales del siglo pasado como “el otoño del terror”, debido a una
serie de brutales crímenes cometidos por un misterioso y tristemente famoso
asesino conocido como “Jack el Destripador”, cuya identidad, todavía hoy,
sigue sin conocerse. Posiblemente, si los sufridos agentes de Scotland Yard
encargados de la investigación hubieran contado con los conocimientos que
actualmente ofrece la Psicología Criminal para la investigación de delitos
similares, el resultado hubiera sido diferente.
Pero justamente en aquella época se despertaba el interés científico
por esta disciplina, que comenzó su andadura de la mano de criminólogos
por un camino paralelo que hasta hace muy pocos años no confluyó con el
de los sucesores de aquellos primeros policías encargados de identificar,
perseguir y capturar a los muchos asesinos múltiples que pueblan las
páginas de la crónica del crimen.
Pero unos años antes, y para movernos en el marco histórico
adecuado, se produjeron diversas aportaciones al saber criminológico que
tuvieron su influencia en el posterior desarrollo de la psicología criminal,
provenientes de distintos campos empíricos, que veremos someramente.

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MÓDULO I: INTRODUCCIÓN A LA PSICOLOGÍA CRIMINAL<br />

4. Psicología criminal: concepto y ámbito <strong>de</strong> aplicación<br />

5. Introducción histórica<br />

6. Los distintos enfoques criminológicos<br />

INTRODUCCIÓN<br />

Vamos a iniciar nuestro curso en algunos <strong>de</strong> los más maravillosos<br />

parajes <strong>de</strong> nuestro planeta. Viajaremos primero a la Polinesia, don<strong>de</strong> las<br />

tribus “kai” <strong>de</strong> Nueva Guinea utilizaban el siguiente método para <strong>de</strong>scubrir a<br />

los asesinos: poniendo en la boca <strong>de</strong>l cadáver un betel, creyendo que lo<br />

escupía cuando su asesino se acercaba. Así, los parientes <strong>de</strong>l fallecido<br />

sospechaban <strong>de</strong> las personas que no concurrían al entierro.<br />

En Nueva Inglaterra, la noche siguiente al hecho los parientes <strong>de</strong>l<br />

muerto se reunían frente a la choza. El sacerdote-hechicero invocaba en voz<br />

alta al espíritu <strong>de</strong>l muerto preguntándole quién le asesinó. Si no respondía,<br />

pronunciaba el nombre <strong>de</strong> algún sospechoso; si tampoco respondía, seguía<br />

nombrando a otras personas hasta que se producía un ruido <strong>de</strong>ntro <strong>de</strong> la<br />

choza o en un caracol que llevaba en sus manos, lo que constituía un indicio<br />

<strong>de</strong>cisivo.<br />

En Victoria (Australia) se observaban atentamente las piernas <strong>de</strong>l<br />

moribundo en la creencia <strong>de</strong> que sus movimientos indicaban la dirección en<br />

que <strong>de</strong>bía buscarse al asesino. En otra región <strong>de</strong>l sur <strong>de</strong>l continente, uno <strong>de</strong><br />

los parientes <strong>de</strong>l muerto dormía con el cadáver la noche <strong>de</strong>l fallecimiento<br />

apoyando en él la cabeza para soñar con el asesino. Al día siguiente el<br />

cadáver era colocado sobre una especie <strong>de</strong> féretro portado por personas<br />

elegidas sobre sus hombros. Los amigos <strong>de</strong>l difunto formaban círculo a su<br />

alre<strong>de</strong>dor pronunciando diferentes nombres para comprobar <strong>de</strong> qué modo<br />

reaccionaba el cadáver. Finalmente, el pariente <strong>de</strong>cía el nombre <strong>de</strong> la<br />

persona con quien soñó, creyendo los nativos que en ese momento el<br />

cadáver se sacudía violentamente sobre los hombros <strong>de</strong> sus portadores,<br />

confirmando así que el asesino era el nombrado por quien soñó con él. En el<br />

su<strong>de</strong>ste <strong>de</strong>l mismo continente, otra tribu aborigen se orientaba en la<br />

búsqueda <strong>de</strong>l asesino teniendo en cuenta la dirección en que caía el cadáver<br />

al ser arrojado a la tumba.<br />

También algunas tribus africanas interrogaban al muerto para<br />

<strong>de</strong>scubrir a su asesino, y ya en la Europa medieval se creía que el cadáver,<br />

ante la presencia <strong>de</strong> su asesino, comenzaba a sangrar <strong>de</strong> nuevo<br />

(Shakespeare, en su obra “Ricardo III”, lo escenifica cuando Ricardo aparece<br />

al lado <strong>de</strong>l ataúd y Ana exclama: “¡Oh, caballeros! ¡mirad, mirad! ¡las heridas<br />

<strong>de</strong> Enrique muerto abren sus bocas congeladas y sangran otra vez!<br />

¡Averguénzate, averguénzate, montón <strong>de</strong> <strong>de</strong>formida<strong>de</strong>s! Porque es tu<br />

presencia la que hace manar la sangre <strong>de</strong> esas venas vacías y heladas,<br />

don<strong>de</strong> ni sangre queda ya”).<br />

Formació on-line<br />

C/ Rambla <strong>de</strong>l Raval 29-35 local 5. 08001 Barcelona.- Tel. 93 342 68 10 - Fax. 93 342 68 11 www.sap-ugt.cat sap@sap-ugt.cat

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