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Neuromante

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-¿Nunca se te ha ocurrido que me irrita los nervios verte actuar como si me conocieras detoda la vida? -Se levantó, sacudiéndose un polvo pálido de la parte delantera de los tejanosnegros. Se volvió para mirar con rabia las polvorientas ventanas del taller, la puerta de calle,cerrada. - ¿Qué hay ahí fuera, Nueva York? ¿O es que ya no hay nada más?-Bueno -dijo el finlandés-, es como ese árbol, ¿sabes? Cae en medio del bosque, pero tal vezno haya nadie para oír el ruido. -Mostró a Case los dientes enormes, y aspiró una bocanada. -Puedes ir a dar un paseo, si quieres. Todo está allí. O al menos todas las partes que hasllegado a ver. Eso es memoria, ¿no es así? Te hago salir, selecciono, y retroalimento.-No tengo una memoria tan buena -dijo Case, mirando alrededor. Se examinó las manos,volteándolas. Trató de recordar cómo eran las líneas de las palmas, pero no pudo.-Todo el mundo la tiene -dijo el finlandés, dejando caer el cigarrillo y aplastándolo luegocon el talón-, pero pocos acceden a ella. Los artistas sí, la mayoría, si son buenos. Si pudierasponer esta estructura sobre la realidad, la casa del finlandés en el bajo Manhattan, verías unadiferencia, pero quizás no tanto como imaginas. La memoria es holográfica, para vosotros. -El finlandés se hurgó una oreja.- Yo soy diferente.-¿Qué quieres decir con holográfica? -La palabra le recordó a Riviera.-El paradigma holográfico es lo más cercano que habéis encontrado como representación dela memoria, nada más. Pero nunca habéis hecho nada al respecto. Quiero decir, la gente. -Elfinlandés dio un paso adelante y ladeó el cráneo aerodinámico para mirar a Case.- Tal vez, sitú hubieses hecho algo, esto no pasaría.-¿Que estás diciendo?El finlandés se encogió de hombros. La maltratada chaqueta de paño le quedaba demasiadoancha de hombros y se le salía por los costados. -Estoy tratando de ayudarte, Case.-¿Por qué?-Porque te necesito. -De nuevo aparecieron los dientes grandes y amarillos.- Y porque tú menecesitas.-Tonterías. ¿Puedes leerme la mente, finlandés? -Hizo una mueca.- Wintermute, quise decir.-La mente no se lee. Mira, tú aún conservas los paradigmas que te dio la imprenta, y apenastienes cultura impresa. Yo puedo acceder a tu memoria, que no es lo mismo que tu mente. -Metió la mano en la desnuda carcasa de un antiguo televisor y sacó un tubo al vacío plateadoy negro. - ¿Ves esto? Es como si fuera una parte de mi ADN. -Arrojó el objeto hacia lassombras, y Case oyó el estallido y el tintineo de los añicos.- Siempre estáis construyendomaquetas. Círculos de piedra. Catedrales. Órganos. Máquinas de sumar. No tengo idea de porqué estoy aquí ahora, ¿entiendes? Pero si la operación se lleva a cabo esta noche, habréislogrado por fin lo más importante.-No sé de qué me estás hablando.-Hablo de vosotros. De tu especie.-Mataste a los de Turing.El finlandés se encogió de hombros. -Tuve que hacerlo... fue necesario. Tendría queimportarte poco; te hubieran liquidado sin pensarlo dos veces. De todos modos, ya que estásaquí, hablemos un poco más. ¿Recuerdas esto? -Y en la mano derecha sostenía el calcinadoenjambre de avispas del sueño de Case, y el aire enrarecido de la tienda olía a combustible.Case se tambaleó hacia atrás, contra una pared de basura.- Sí. Era yo. Lo hice con el equipoholográfico montado en la ventana. Otro recuerdo que te saqué cuando te anulé la primeravez. ¿Sabes por qué es importante?Case negó con la cabeza.107

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